Pregunta para Cortes de Castilla y León
¿Cuándo se van a modificar los baremos que usa el INSS para conceder una incapacidad permanente?
Hola, soy Juan Francisco Medina, tengo 42 años y estoy diagnosticado de artrosis, psoriasis y artritis psoriásica, fibromialgia y depresión.
Con 19 años me diagnosticaron psoriasis, tras un enorme primer brote que cubrió mi cuerpo en un 80% de placas escamosas, inflamación y picores. Fue entonces cuando comenzaron los tratamientos con cremas (de farmacia, caseras y naturales) con períodos más estables y con otros de fuertes brotes.
Con los años, y ya en edad laboral, comenzaron ciertos achaques como dolor articular, dolor en manos y columna, ciática, etc., que siempre se relacionaban con el trabajo.
En el 2015, con 36 años, fue cuando comenzó el principio del fin de mi vida tal y como la conocí. En Dermatología me diagnosticaron un problema de hiperqueratosis en los dedos de ambas manos de forma simétrica, con inaguantables dolores, picores y ampollas. Debido a esto, tuve que comenzar a usar apósitos y guantes en el trabajo.
En el 2016 tuve el primer episodio grave con la cadera, sufriendo un ataque de ciática que me mantuvo durante 9 meses con fuertes dolores y un tratamiento de 14 pastillas diarias, la mayoría con componentes de morfina, para poder seguir trabajando sin tener que coger la baja médica. La resonancia magnética descartó hernia discal, pero se observó una desecación discal de L4-L5 de L5-S1l.
En el 2018, y tras el continuo agravamiento de mis patologías, fui remitido al servicio de alergología para valorar si los problemas en las manos eran debidos a mi trabajo en un bingo con monedas, billetes y cartones. Tras el negativo de las pruebas de alergia, en el 2019 fui, de nuevo, remitido a dermatología, donde fui diagnosticado de psoriasis.
A mediados de 2019, y ante los evidentes y crecientes dolores articulares, fui remitido a Reumatología, donde me fue diagnosticada la artrosis trapecio-metacarpiana bilateral, epitrocleitis bilateral y artritis psoriásica en manos.
Durante todo ese año, comenzaron la visitas a urgencias por dolores agudos en brazos, hombros, zona lumbar y manos, alternándose con situaciones de baja laboral; siguieron las consultas de Reumatología y los tratamientos médicos basados en antiinflamatorios, corticoides, protectores gástricos, antihistamínicos para los picores, antidepresivos, inyecciones de quimioterapia en baja dosis para la artrosis e inyecciones de un agente biológico.
Fue en octubre de 2019, cuando tuve que tomar la decisión de coger una baja laboral con estimación prolongada ante la imposibilidad de realizar mi trabajo; al mes siguiente de tomar esta decisión, en noviembre de 2019, fui despedido de la empresa, ya que la situación de incapacidad iba a ser prolongada.
El 2020 fue un continuo goteo de especialistas, añadiendo a la lista diagnósticos como fibromialgia, artritis psoriásica generalizada y cambios degenerativos en trapecio-metacarpianas. En octubre de ese año, se cumplió el plazo establecido de 360 días de baja, pasando a ser el INSS el encargado de mi situación de incapacidad, ampliando el periodo de la misma otros 6 meses más a la espera de comenzar un expediente de incapacidad permanente, el cual comenzó en abril de 2021 tras pasar el reconocimiento por el tribunal médico y tramitar el cobro del expediente de incapacidad permanente.
Al mismo tiempo, continuaron las consultas con Psiquiatría y Psicología, por problemas de ansiedad, depresión e incapacidad de aceptación; así como las consultas de Neurología y Reumatología, donde volvieron a confirmar diagnósticos como cambios degenerativos en manos, artrosis (incluyendo en interapofisarias inferiores de la columna), artritis psoriásica y trastorno de la marcha (por lo cual me es imprescindible el uso de un bastón).
Ha sido en mayo de 2021, cuando he recibido la notificación por parte del INSS, en la cual se toma la resolución firme de descartar el expediente de incapacidad permanente, con la consiguiente alta médica, alegando que mis patologías no interfieren en mi actividad laboral.
En resumen, sufro continuos dolores articulares y musculares en casi la totalidad del cuerpo, temblores en manos y piernas, inflamación e hiperqueratosis en manos, cansancio y somnolencia continua, déficit de atención por la medicación, etc.
Y la pregunta que dirijo a los políticos de las Cortes de Castilla y León es:
¿Qué baremos usa el INSS para conceder una incapacidad permanente? ¿No va siendo hora de modificarlos y hacerlos más justos?