Pregunta para Congreso de los diputados

El cultivo de cáñamo ha demostrado ser beneficioso para muchas cosas, pero especialmente para combatir el cambio climático. ¿Cuándo promoverán su cultivo en vez de boicotearlo?

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Mi nombre es Juan Zurita Argüelles, soy cultivador de cáñamo en la Alpujarra (Granada, España), promotor y pionero de este cultivo en Andalucía y creador de la cooperativa cañamovida.com, plataforma de trabajo asociado con interés social y medioambiental. 

Con esta campaña, quiero exponer y denunciar el boicot y el estigma que sufre esta planta, su cultivo y los agricultores que trabajamos con ella. Además de la falta de información que hay alrededor de su uso y beneficios en diferentes ámbitos, pero especialmente en el referente al medioambiente y el cambio climático. 

El cáñamo tradicional ha sido cultivado y aprovechado a lo largo de la historia, tanto que, por ejemplo, en España, su arraigo llegó hasta tal punto que dio lugar a nombres de poblaciones y apellidos como Cañamares y Cañamero. No obstante, en un momento del camino se le metió en el mismo saco que la marihuana, provocando una estigmatización, discriminación y falta de legislación para su cultivo y aprovechamiento. 

A diferencia de la marihuana, el cáñamo no contiene apenas tetrahidrocannabinol, THC, el principio activo que le da el poder psicoactivo a la marihuana, o lo contiene en una proporción con la que no provoca ningún efecto psicoactivo apreciable en la persona que lo consume. De esta manera, podemos decir que no es apto para uso “recreativo”. Y dicho en lenguaje coloquial: no “coloca”.

Desde muchas asociaciones y cooperativas de agricultores defendemos el cultivo de esta planta por sus numerosas aplicaciones y usos, además de grandes beneficios. Enumeramos algunos:  es un buen alimento para humanos y animales, una buena fuente de energía en la extracción de combustibles, tiene efectos positivos para la salud, puede ser una alternativa al papel convencional y se puede aprovechar para la creación de distintos materiales de uso diario. Sin embargo, uno de los más importantes y el cual hemos de destacar es su papel en la lucha contra el cambio climático. Esta planta absorbe los contaminantes a través de las raíces actuando como un filtro y en ocasiones los descompone y los hace desaparecer. En cuanto a la contaminación de la atmósfera por CO₂, el cáñamo tiene un gran poder de absorción de este gas de efecto invernadero. Se calcula que absorbe varias veces más CO₂ que la misma superficie plantada de árboles, unas 22 toneladas por hectárea y año. 

Hace falta una campaña para sembrar cañamones. A modo de ejemplo, un cañamar, campo sembrado de cañamones, actúa de cortafuegos, reduce hasta en 15º la temperatura veraniega y sustituye a la petroquímica en todas sus aplicaciones, como ejemplo, siendo uno de los mejores aislantes en construcción.

Por todos estos beneficios, no entendemos la persecución, estigma y vacío legal que se encuentra alrededor de su cultivo. La situación actual en España y en la mayor parte de los países europeos es que su cultivo es ilegal cuando tenga un nivel de THC superior al 0’2%.  Ello es así, a pesar de que en la web del Ministerio de Sanidad, Plan Nacional sobre Drogas, ha estado durante largo tiempo expuesto el dato de que la marihuana es la planta que contiene más de un 1% de THC y antes de esto el Plan Nacional de Drogas lo situaba en un 4% de THC. 

Resulta injustificable que con estos datos, y otros redactados por organismos públicos y privados que apuntan en la misma dirección, el nivel legal de THC siga siendo el 0’2%. La planta de cáñamo que se ha sembrado durante siglos en España tiene a menudo niveles de THC superiores al límite legal actual, pero no por ello es psicoactiva y, por lo tanto, no se puede considerar como marihuana. Mantener esta situación equivale, de facto, a ilegalizar, estigmatizar y sepultar una parte importante de la tradición agrícola, económica y cultural de nuestro país.  Es por ello, que desde la Plataforma apostamos por llegar al nivel legal del 4%, ya que sigue siendo seguro y propiciaría, por una parte, que el agricultor disfrutara de una seguridad jurídica, desde el instante de emprender su cultivo hasta completar el ciclo completo de la planta, y, por otra, que el aprovechamiento de sus posibilidades, sobre todo en el ámbito de la alimentación y la salud, fuera mucho más amplio e integral que el actual.

Por ello, y con todo lo aquí plasmado, pedimos la implicación rápida y decidida de todas las administraciones que puedan estar concernidas por el uso y aplicaciones del cáñamo tradicional.

Pensamos que la forma de sacar el máximo rendimiento a la planta del cáñamo industrial es mediante la implicación directa de los cultivadores, empresarios, administraciones, partidos políticos, universidades, asociaciones civiles y vecinales, medios de comunicación y, en general, toda la sociedad, ya que será toda ella la que se beneficie de la generalización del cultivo del cáñamo y de la puesta en marcha de sus usos.

Pedimos desde aquí la máxima difusión y apoyo a esta campaña. Gracias a tod@s. 

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