Pregunta para Eusko Legebiltzarra

Tardaron dos años en diagnosticarme cáncer de mama por ser joven y no hacerme caso. ¿Por qué no se hacen más mamografías a mujeres jóvenes, especialmente si hay indicios?

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Judith Palacios Pregunta de Judith Palacios

Me llamo Judith, soy de Donostia y tengo 39 años. Cuando tenía 34, noté un bulto del tamaño de un garbanzo en el pecho izquierdo. Se lo comenté a mi médico de cabecera y, aunque le insistí mucho, nunca me hizo caso: decía que no era nada maligno, que solo era grasa, que si dolía no era cáncer…

Luego decidí ir a un centro privado para pedir que me hicieran una mamografía. Allí también me dijeron que no era necesario, ya que era una persona muy joven. Para tener una segunda opinión, fui a otro centro privado con unas ecografías que me habían hecho en el centro anterior.

Ahí sí me hicieron mamografía y biopsia y, finalmente, me confirmaron que tenía cáncer. Tenía casi 37 años, es decir, desde que noté el bulto hasta que me diagnosticaron, habían pasado dos años. Cuando la ginecóloga me dio la noticia, le pregunté: “¿Me voy a morir?”. Y me respondió: “No, pero pasarás un año muy duro”. Justo en aquel momento me desmayé.

Desde aquel centro me derivaron a un centro oncológico público con una unidad de mama buenísima. El trato ahí fue inmejorable, y también me gustó que prácticamente todas las profesionales fueran mujeres, ya que este tipo de cáncer afecta en su gran mayoría a la población femenina.

Pasé por todo tipo de tratamientos: quimioterapia, radioterapia, cirugía para extraerme el tumor (no fue una mastectomía, sino la extracción de una parte del pecho), braquiterapia (una especie de radioterapia más concreta en el tejido canceroso) y, actualmente, terapia hormonal.

Por suerte, me habían diagnosticado en un estadio 2A, bastante temprano, y no se había expandido. Por eso todo el tratamiento que recibí no fue tan fuerte como el de otras pacientes con las que coincidí. Aun así, fue un año muy duro, especialmente por la quimioterapia y todas las secuelas que me dejó y con las que sigo conviviendo.

Si desde el principio me hubieran hecho caso desde el CAP, seguramente me habría podido ahorrar la quimioterapia, haciendo una cirugía sin tener que interrumpir mi vida por un año. Lo que al principio era del tamaño de un garbanzo, cuando me lo extrajeron, se había convertido en un tumor de 4 cm. Había estado creciendo durante dos años, y aun así no me hicieron caso, ni en la pública ni en la privada.

Es por todo esto que quiero dirigirme a los miembros del Eusko Legebiltzarra, ya que soy de Euskadi y son mis representantes en dicha cámara, para que se puedan hacer más mamografías a mujeres jóvenes, especialmente si tienen sospechas como las que tuve yo. Se ha visto que el cáncer de mama también afecta a menores de 50 e incluso de 35 años, no podemos quedarnos desamparadas.

También me gustaría compartir mi opinión sobre la imagen “endulzada” que se vende del cáncer de mama a través de la marea rosa, especialmente en octubre. Estoy harta de ver campañas con lazos rosas; con modelos con pelo, con pestañas, con la piel estupenda, que no representa para nada a las pacientes oncológicas; de ver carreras “por nosotras”, recordándonos que no podemos correr porque estamos hechas polvo…

Para mí, si el cáncer de mama tuviera un color, sería el marrón caca, porque el cáncer es una mierda y hay que mostrarlo tal y como es. En definitiva, todas estas campañas, que a mi parecer son más para vender que para ayudar, personalmente, no me representan.

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