Me llamo Lara, soy psicóloga orientadora y he sufrido un TCA (trastorno de la conducta alimentaria), concretamente anorexia . Mis primeras conductas relacionadas con ello comenzaron a los 13-14 años; y aunque ya en el colegio recibía comentarios relacionados con mi peso, es una patología multifactorial y no pudo desarrollarse hasta más tarde.

Empecé reduciendo la ingesta calórica, de una forma progresiva, fue algo gradual, no de golpe; según iba perdiendo peso, la gente me decía que estaba más guapa, que si me había puesto a dieta, que se me veía mejor… especialmente las personas mayores, entonces esto constituyó un refuerzo de la conducta problemática. Terminé ingresada diagnosticada de anorexia. Me preocupa principalmente que haya muy poca educación respecto a estos temas, creemos que no podemos recuperarnos totalmente de un trastorno de este tipo pero sí es posible. El gran obstáculo (y precipitante) es nuestra cultura, asociamos constantemente la belleza a la delgadez, en lugar de relacionarlo con estar sano, que es lo verdaderamente importante; nos lo inculcan desde pequeños. ¿Cuántos hemos tenido madres haciendo dietas toda la vida? Los niños aceptan la realidad que viven como la normalidad, y normalizamos conductas de riesgo. A día de hoy, hay otras muchas conductas que se fomentan y publicitan (como el ayuno, tips para perder peso, fajas reductoras…), y esto puede ser peligroso cuando lo reciben menores que aún no son adultos formados.

Durante mi ingreso y desde mi diagnóstico, me pusieron a tratamiento farmacológico sin antes probar otros métodos como terapia. Es riesgoso medicar a menores como primera opción porque se puede cronificar la afección. Las menores en este tipo de ingresos somos doblemente vulnerables, por un lado por ser niños, y por otro, por estar diagnosticados de un trastorno de este tipo.

Otra de las grandes carencias, es la sanidad pública, no tienen protocolos adecuados para tratar a pacientes con TCA, primero te envían al psiquiatra y después al psicólogo cuando debería ser al revés, además de proporcionar citas demasiado espaciadas para un seguimiento óptimo. En el ingreso, nos dicen que no estamos enfermas sino que estamos castigadas. El sistema se centra en el peso, en tu IMC, cuando debería centrarse en lo psicológico porque, los TCA, realmente son problemas de salud mental.

Necesitamos campañas de concienciación para niños y adolescentes que normalicen todos los tipos de cuerpos y educar desde el respeto, no ligar el atractivo a la alimentación sino a la salud. También una mejora en la sanidad pública, tienen que reforzar la psicología; no puede ser que el espacio entre citas sea de meses y meses, porque no olvidemos que, los TCA intervenidos correctamente, pueden desaparecer. No debemos olvidar que “aprendemos a relacionarnos con nuestro cuerpo a partir de cómo se relacionan con nuestro cuerpo”.