Pregunta para Parlamento de Galicia
¿Por qué no se lleva a cabo una educación sexual integral que combata la pornografía?
Me llamo Lara y quiero poner sobre la mesa el debate del porno y de cómo afecta de manera negativa y descontrolada a la sociedad.
El porno nace en los años 70, cuando el movimiento feminista estaba cogiendo fuerza, y surge como respuesta a esa liberación de la mujer. El patriarcado lo utiliza como instrumento que perpetúa el rol de hombre dominante y mujer sumisa. La etimología de la palabra viene del latín porne (prostituta) y gráphein (escribir, dibujar), es decir, dejar constancia. Por lo tanto, el porno reafirma la visión de la mujer como prostituta, como un cuerpo de acceso público para el hombre.
La media de edad en España de personas que acceden al porno es de 12 años, pero muchos niños han visto pornografía con tan solo 8 años. El fácil acceso a estos vídeos supone un problema, ya que es el primer contacto que tienen con el acto sexual, aprenden de ello y creen que eso es lo que tiene que hacer.
Y no solo ellos aprenden del porno, nosotras también. Para las mujeres también es su educación sexual, porque no tenemos otra. Ellos aprenden que tienen que golpearnos, escupirnos, tirarnos del pelo y a nosotras nos enseñan que tenemos que ser sumisas, ese es nuestro papel.
Los vídeos más vistos en estas páginas son desde felaciones en las que la mujer está llorando y el hombre la fuerza a seguir, penetraciones anales extremadamente agresivas, contenidos en los que se eyacula en la cara de la mujer, prácticas como el ATM (ass to mouth) en la que tras practicar sexo anal el hombre fuerza a la mujer a hacerle sexo oral sin haberse limpiado o el sexbullying en el que se agrede a la mujer.
En su mayoría, la sociedad suele defender el porno bajo el argumento de que es ficción, pero las mujeres que están ahí son reales y están siendo violentadas de forma real, por lo que el porno tiene consecuencias reales en la vida de esas mujeres y las tiene en los hombres que lo consumen. Los usuarios relacionan mujer con violencia y sexo, y aprenden que da igual que la golpees, humilles o violes, porque a ella le va a gustar. Estos vídeos son la educación sexual de la gran parte de la sociedad, y eso es escalofriante porque fomentan la cultura de la violación.
El porno crea adicción y enseña a tu cerebro a relacionar la violencia contra las mujeres con una recompensa a nivel fisiológico, un orgasmo. Por lo tanto, la próxima vez que estos consumidores vean ese tipo de violencia contra el sexo femenino se van a excitar. Está demostrado que el porno es cada vez más violento para que cause algún efecto y la demanda es cada vez mayor, y para satisfacer esa demanda el tráfico de mujeres y niñas está aumentando, del mismo modo que está aumentando el porno infantil.
Además, en un estudio realizado a lo largo de 40 años se demuestra que el porno tiene efectos en la salud de quienes lo consumen limitando la capacidad de estos para intimar y conectar con su pareja. Aumenta la posibilidad de cometer acoso sexual y violación, también de tener ansiedad y depresión, fomenta los comportamientos sexuales arriesgados y produce un incremento en la posibilidad de tener disfunción eréctil.
Yo no he recibido educación sexual en el colegio más allá de ponerle un condón a un plátano, y ha sido al ir adquiriendo mi conciencia feminista cuando me he dado cuenta de que algunas cosas que me habían hecho no estaban bien. En mi opinión, hace falta algo más crítico, una educación sexual que tenga como eje central el porno, que lo combata, lo intente desmontar porque si no hablamos de ello, si no ponemos a la industria del sexo encima de la mesa, estamos dando mensajes contradictorios. Estamos fomentando la igualdad y educando con perspectiva de género a niños que tienen a un solo clic una cultura visual que les muestra todo lo contrario. Está claro que hacen falta medidas que regulen la industria del sexo, que es la única industria multibillonaria que aún no está regulada y que se defiende bajo el argumento de “libertad de expresión”, para mi la violencia no es libertad. Habría que tomar acción y dejar de validar a violadores.
Con este texto me dirijo al Parlamento de Galicia para plantearles la necesidad de una educación sexual integral en la que se desmonte la pornografía y en la que colabore el profesorado, los padres y las madres, y profesionales de la salud para que esos niños, que con 8 años ya sienten la curiosidad y buscan inocentemente en internet, tengan toda la información necesaria para desarrollar su sexualidad de una forma sana.