Me llamo Laura y he sobrevivido a un cáncer de mama.

Hace cinco años, cuando tenía 38 y con un niño de 4, me noté un bulto en el pecho mientras me duchaba. De entrada no le di más importancia, ya que en mi familia no había casos de cáncer. Pero al poco tiempo, en una escapada de fin de semana, me desperté preocupada pensando en la posibilidad de que fuese algo malo. Visité a mi médico, pero como me dio cita para hacerme una ecografía bastante tarde, me fui a la Unidad de Mama de otro centro. Ésta estaba formada únicamente por un médico de cirugía general que me solicitó una ecografía nada más palpar el bulto. 

Cuando vio los resultados decidió operarme de inmediato, aunque el protocolo para combatir mi cáncer, que era un HER2+++ en estadio 3(b), tendría que haber empezado con el tratamiento de quimioterapia y medicación combinada específica para tratar mi tipo de tumor. En cambio, la quimioterapia vino después y se dividió en 16 ciclos, pero no pudieron darme la medicación combinada, pues al estar operada no podía recibirla. Por último, me sometí a las sesiones de radioterapia en otra comunidad diferente a la mía por la imposibilidad de recibirla en mi localidad.

Aunque por suerte superé la enfermedad, perdí 25 kilos y terminé psicológicamente destrozada. A día de hoy tengo cansancio crónico y, al tener todos los ganglios axilares del brazo izquierdo quitados, dificultades de movilidad y dolor en un brazo. Además, la falta de escalonamiento laboral cuando llegó el momento de reincorporarme a mi trabajo como docente, me ha hecho padecer mucho estrés y ansiedad, situación que hoy sigo sufriendo. Por otra parte, el miedo nunca se irá y convivo con él a diario.

Por ello, con esta iniciativa, pido al Senado que destine más recursos a la investigación del cáncer, a la ampliación de los equipos para tratarlo en todas las localidades y un mayor apoyo y respaldo laboral de los pacientes que lo padecen.

Por mí, por ti y por todos.