Pregunta para Asamblea de Madrid
Me llamo Laura, soy maestra y tengo sordera profunda. ¿Cuándo se incorporará la lengua de signos española en los colegios públicos, para así fomentar la diversidad y normalizar la sordera?
Me llamo Laura, soy de Madrid y estoy graduada en Educación Infantil. Me diagnosticaron sordera profunda cuando tenía seis meses. Mis padres, ambos oyentes, desconocían lo que significaba e implicaba la palabra “sordera”, así que estaban un poco desubicados cuando recibieron la noticia.
El primer contacto que mis padres tuvieron con la sordera fue con los médicos. Más tarde, me matricularon en una guardería donde podían escolarizarme, ya que se trataba de un centro preferentemente para personas sordas. A pesar de tener estas características, yo fui la primera alumna sorda del centro, y mi educadora no sabía hablar la lengua de signos española (LSE). Recuerdo que era muy cariñosa, pero mi desarrollo a nivel comunicativo no avanzaba, y mis padres estaban preocupados porque no sabían comunicarse bien conmigo.
Entonces, mis padres decidieron llevarme a un servicio de logopedia. La logopeda era una mujer que conocía la LSE y con ella aprendí muy rápido. Además, gracias a ella y al equipo específico de sordos de mi ciudad, mis padres comenzaron a aprender también la LSE.
Viendo las mejoras en mi comunicación, mis padres decidieron escolarizarme en un colegio donde primase la enseñanza de la LSE, de hecho, fue el primero en España. El centro resultó muy positivo para mi desarrollo: había un asesor sordo (en la actualidad reciben el nombre de especialista en LSE) y una maestra de audición y lenguaje, y en mi clase éramos cuatro niñas sordas y hablábamos con lengua de signos. Mis padres se sentían muy tranquilos y se dieron cuenta de que un colegio donde coexistiesen la LSE y la lengua oral era fundamental para niños y niñas como yo. Además, contaron con el apoyo de profesionales oyentes y sordos.
Cuando nació mi hermana pequeña, también resultó ser una persona sorda. Por suerte, mis padres ya se sentían seguros y estaban preparados para que tuviera la mejor educación y la mejor calidad de vida.
En mi experiencia como adulta, he decidido dedicarme profesionalmente a la enseñanza, así que estudié Educación Infantil. En la universidad, iba a clase con una intérprete de LSE, y me comunicaba con mis compañeros oralmente y leyendo los labios. Fue difícil al principio, creo que todavía hay que eliminar muchas barreras, pero con mucho trabajo y esfuerzo conseguí sacarme el título.
A nivel laboral, he trabajado con niñas y niños sordos, y me he dado cuenta de que algunos se sienten inseguros, sobre todo si sus padres les exigen hablar más en lengua oral que en LSE. En ocasiones, creo que esto viene dado por una falta de aceptación de lo que significa ser una persona sorda.
De hecho, a día de hoy, sigo teniendo barreras para encontrar trabajo. Estuve trabajando durante un año en un colegio bilingüe (LSE y lengua oral), para cubrir una baja por maternidad, pero no me renovaron, y ahora estoy parada desde hace casi un año.
Es por eso que me quiero dirigir a los miembros de la Asamblea de Madrid, ya que soy de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que se incorpore la LSE en los colegios públicos, y así fomentar la diversidad y normalizar a los niños con sordera.
Las personas sordas tenemos derecho acceder al mundo laboral, estamos formadas para acceder al empleo, las hay como el resto de los jóvenes con titulaciones de ciclo medio, superior o universitario. Las administraciones deben crear las leyes para que no sigamos siendo excluidas.
Quise hacerme maestra precisamente para ayudar a los niños sordos a crecer y tener una educación sin limitaciones ni discriminación. Solo así podremos garantizar que en el futuro tengamos las mismas oportunidades que las personas oyentes.