Pregunta para Parlamento de Catalunya

Empecé a tener trastornos alimentarios a los 11 años, pero ni mi familia ni los profesores lo sospecharon. ¿Qué medidas se están tomando desde las escuelas para prevenir, detectar y abordar los casos de TCA?

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Laura Regàs Arenas Pregunta de Laura Regàs Arenas

Me llamo Laura, vivo en Barcelona y soy dietista, aunque hasta hace unos años trabajaba en el ámbito de la publicidad. Decidí dedicarme a la dietética justamente por mi experiencia personal, para poder ayudar a otras personas que estén pasando por situaciones parecidas.

Desde pequeña había tenido problemas para comer. Pasé toda mi infancia comiendo muy poco, no porque quisiera tener un peso o una estética determinada, sino simplemente porque no me gustaba comer, comía por obligación. En este sentido, se podría decir que desde siempre he tenido problemas con la alimentación, aunque en aquel momento nadie le diera importancia.

Cuando tenía 11 años, a raíz de unas circunstancias por las que pasé, empecé a comer muchísimo, con muchos atracones. Era capaz de comerme un paquete entero de galletas, y sin embrago en mi casa nadie me llamó la atención. En aquel momento no era consciente de si estaba engordando o no, hasta que llegué al instituto.

No llegué a tener un sobrepeso considerable, pero mi cuerpo era un poco diferente del de mis compañeras, aparte de que en aquel momento estaban de moda las modelos muy delgadas. Todo esto, sumado a comentarios que recibí al respecto, hizo que me acomplejara mucho con mi cuerpo.

Entonces decidí empezar a hacer varias dietas, pero ninguna acababa de funcionar del todo, hasta que al final hice una que sí dio resultado. Todo el mundo me decía cuánto me había adelgazado y lo guapa que estaba, y esto me animaba. Con el tiempo, fui restringiendo cada vez más la dieta, comiendo cada vez menos y poniéndome objetivos de peso más bajos.

Con 17 años pesaba menos de 40 kg, y aun así nadie se extrañó. Me asusté porque veía que no era buena señal, pero a la vez me daba miedo volver a coger peso. Ahí empezó una etapa de restricciones, atracones y purgas que llevaron mi cuerpo a muchas desregulaciones. Llegué a estar muy mal, al borde del colapso.

Finalmente fui ingresada. Estuve encerrada durante unas semanas y, cuando me recuperé un poco, empecé a ir a un hospital de día. El problema es que mi familia decidió parar con el tratamiento porque había mejorado, pero la recuperación quedó a medias. Volví a tener problemas con la alimentación, teniendo una recaída muy fuerte a los 32 años, con una bajada de peso muy fuerte. Entonces vi que tenía que hacer algo o la enfermedad se me llevaría por delante, así que decidí recuperarme definitivamente.

Soy consciente de que han pasado muchos años desde que era una niña y que las cosas han cambiado mucho desde entonces. Aun así, sigue habiendo mucho trabajo por hacer, y en este sentido la educación tiene un papel muy importante.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Parlament de Catalunya, ya que soy de Catalunya y son mis representantes en dicha cámara, para que desde los colegios se tomen medidas para prevenir, detectar y abordar los casos de TCA entre el alumnado.

Por mi propia experiencia, creo que se debería abordar desde dos ámbitos: por un lado, hay que concienciar a familias y profesorado sobre estos trastornos y otros problemas, conocer los signos de alerta y fomentar la comunicación directa entre ellos; por otro lado, es importante enseñar al alumnado a cuestionarse los cánones de belleza que se nos imponen desde muy jóvenes, a aceptar la diversidad corporal y fomentar la autoestima y el crecimiento personal.

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