Le conocí cuando hace años me llamó para participar en su programa Fort Apache y hablar en una mesa redonda televisada sobre Venezuela. Me volvió a llamar cuando se debatía si España tenía que tener como régimen una Monarquía o una República. Quiere esto decir que llevaba años trabajando en estos temas y afianzándose en el medio televisivo. Me ha vuelto a llamar el pasado viernes  19 de diciembre para hacerme una entrevista en La Tuerka, y hablamos de Venezuela, de ETA y de la Monarquía.

Le conozco personalmente y valoro su inteligencia, su formación, el haber sabido verbalizar las necesidades y denuncias de una sociedad harta de un bipartidismo monárquico que no ha sabido ni enfrentar la crisis, ni consolidar la separación de poderes, ni combatir la corrupción.

   Los ataques que está sufriendo le vienen bien para que sepa que una cosa es criticar y otra dar trigo, y  que cuando uno se mete en la piscina de los tiburones y cocodrilos tiene que saber muy bien cómo hacerlo para sobrevivir.

   Celebro su irrupción en el escenario político para obligarle al PSOE a mirar sus orígenes y para regenerar una política que estaba pudriéndose y sin capacidad de control.