Me llamo Lucho Cicerchia y tengo 32 años. Cuando era pequeño era tartamudo y a día de hoy, de vez en cuando, todavía me trabo al hablar. La disfemia es un trastorno de la comunicación que se puede superar. No es una enfermedad, sólo un patrón del habla. Con mi historia quiero demostraros que es posible superarlo y reivindicar también en este Día Mundial de la Tartamudez que somos como tú, como todos: ciudadanos que hablan a otro ritmo y quieren estar plenamente integrados en la sociedad.

Con 10 años empecé a tartamudear y mis padres me llevaron a logopedas y otros especialistas para mejorar. Por mi forma de ser, nunca me he sentido discriminado brutalmente ni me he sentido limitado para hacer lo que he querido. Sin embargo, en la adolescencia fui objeto de burlas y mofas en el colegio. 

En la infancia conocí a niños con una tartamudez más acusada que lo pasaron realmente mal y que sufrieron acoso escolar: ojalá eso no le pase a nadie más. La educación es clave para que la sociedad nos trate de igual a igual y se eviten episodios como los que yo tuve que superar.

Empecé a experimentar algo de miedo y nerviosismo cuando en la escuela tenía que hacer lecturas o hablar en público. Todo nos cuesta más: intentamos evitar pronunciar las palabras más difícil de pronunciar para evitar, nos da miedo hablar a la chica que nos gusta. En algunos de los trabajos que he tenido en los que había reuniones evitaba intervenir demasiado para no tartamudear.

En aquella época, escribir para mí fue un refugio. Un arma para poner en orden mis reflexiones e ideas. Las palabras fueron ese compañero silencioso que se transformaba en el camino de salida para mis sentimientos. ¿Sacarlos para afuera hablando? No estaba de moda en ese momento. Al menos, para mí.

Con el tiempo el tartamudeo fue tendiendo a cero. Entendí que respirando hondo y confiando en mí, no me iba a trabar. Ni hablando, ni en la vida . Y a las vísperas de cumplir los 31 un amigo me propuso hacer un podcast. Era momento de contar, hablando, lo que me pasaba. Sin miedos. Sin miedo a ser juzgado o etiquetado . Por eso el podcast es tan importante para mi. Porque hace 15 años nunca me imaginé hablándole a un micrófono, con la misma fluidez que mis dedos sobre un teclado. Ahora también hablo de viajes, una de mis grandes pasiones.

Quiero que mi historia de superación y esta campaña sirvan para que la sociedad nos trate de igual a igual y se promuevan políticas públicas que eviten la discriminación en el ámbito laboral para las personas con tartamudez. Únete a nuestra causa con tan sólo una firma.