Me llamo Lucía y he sobrevivido a un Linfoma de Hodgkin.

En 2019, cuando tenía 28 años, empecé a sentirme muy cansada y a notar mis ganglios inflamados. Al poco tiempo decidí visitar al médico, quién achacó mis síntomas a una posible infección vírica. En cambio, al ver que no desaparecían, volví al mes siguiente. Esta vez me solicitaron una ecografía y, a continuación, un TAC y una biopsia. Como ya estábamos en plena pandemia, tardaron mucho en hacerme las dos últimas pruebas, tras las que me confirmaron, por teléfono, que padecía un Linfoma de Hodgkin.

Pocas semanas después empecé el tratamiento para combatir la enfermedad, que consistió en ocho sesiones de quimioterapia a las que, por suerte, respondí muy bien y consiguieron terminar con la enfermedad.

Aunque a día de hoy estoy recuperada, durante todo el proceso detecté varias carencias a nivel asistencial que considero que deberían corregirse con urgencia. El cáncer es una enfermedad en la que el tiempo es decisivo, y el hecho de que tarden tanto en hacer pruebas como los TAC o las biopsias, pueden determinar el futuro del paciente. Asimismo, pienso que un diagnóstico como este no se puede dar de manera telefónica.

Por otra parte, la saturación de la Sanidad hace que las personas no puedan ser atendidas como deberían, pues los profesionales sanitarios no disponen del tiempo suficiente para preparar las consultas. Por último, el apoyo psicológico es muy escaso, ya que cuando solicité este servicio por la Seguridad Social, me dijeron que no podrían darme una cita hasta el año 2030, por lo que tuve que recibirlo por privado.

Por ello, con esta iniciativa pido al Parlamento de Galicia que destine más recursos a la investigación del cáncer, a su diagnóstico precoz, y a dar al paciente la atención que necesita para que pueda sobrellevar esta enfermedad de la mejor manera posible.