Mi nombre es Mª Carmen Juliá Fernández y tengo 54 años.  Mi historia comienza como la de otras muchas mujeres. Fui a una revisión ginecológica porque me tocaba. Cuando estaba allí le comenté que desde hace 2 años, cada vez que me tenía que bajar la regla me notaba los pechos muy inflamados y duros. 

Mi madre tuvo también cáncer de mama, por lo que la ginecóloga me recomendó que fuera a mi médico de cabecera y le pidiera un volante para ir a hacerme una mamografía. Justo en esa misma semana me llegó a casa una carta en la que te citan para hacerte la mamografía de cada 2 años, así que como ya tenía esa cita la aproveché. 

Una vez allí le comenté al médico que había estado en el ginecólogo y que los resultados de la citología habían sido negativos, pero le comenté lo del pecho. A partir de ahí empezaron hacerme pruebas, me hicieron una biopsia y me detectaron dos ganglios en la axila. Me operaron para quitármelos y estos salieron negativos. Pero los del pecho derecho  sí que dieron positivo: tenía cáncer de mama.

Ya he hecho algunas sesiones de quimio de 21 días y ahora llevo ya 9 sesiones semanales. Una vez que acabe tendré que volver a mi ginecóloga para ver si me operan o no. 

Una de las cosas que más echo en falta es que faciliten más información sobre ayudas, talleres y cursos para pacientes oncológicos. En la zona de Tarragona, tras la pandemia, han quitado casi todo.

Me gustaría que el Parlamento de Cataluña invierta más en los recursos para los pacientes oncológicos. También creo que es muy importante que las partidas en investigación de nuevos tratamientos sean mayores.