Pregunta para Parlamento de Catalunya
La lentitud de los procesos judiciales relacionados con la protección del menor nos perjudica gravemente a las familias y a la infancia de los menores. ¿Cuándo se va a mejorar este aspecto? ¡Llevo 11 años luchando por ver a mis hijas!
Mi nombre es Patricia y llevo más de 11 años luchando por poder convivir de manera continuada con mis hijas, a las que llevo sin ver desde el año 2020. Tras numerosos obstáculos, denuncias (que han sido desestimadas), una total falta de presencia por parte de su progenitor (quien no vive con las menores), pruebas, evaluaciones de diferentes tipos, etc., estoy actualmente a la espera de una resolución definitiva, que ratifique la sentencia por la que se me otorga la custodia con derecho a visitas sin pernocta por parte de la familia paterna.
Todo el proceso judicial comenzó tras mi separación de su padre, por motivo a que me encontraba en una relación de maltrato, y desde un primer momento me separa de mis hijas. Al no haber un consenso o una relación entre los dos, se lleva por la vía judicial, se establece un régimen de visitas y finalmente en el juicio, en el año 2013, se le otorga la custodia al padre y a mí un punto de encuentro. Tuve que pasarme más de cinco meses sin poder ver a mis hijas por la tardanza en asignarme una sala en un punto de encuentro en Barcelona. Pasado un tiempo, se empezó a producir un incumplimiento de las visitas y además, el punto de encuentro quedaba muy lejos del domicilio en el que residían mis hijas, por lo que solicite otro punto más cercano, alegando las problemáticas para llegar hasta ahí. Se me otorgó, pero las irregularidades con las visitas continuaron sucediendo. Su padre no las traía nunca, y se permitió que las niñas vinieran acompañadas por la madre de su padre, en cuyo domicilio residían. Durante unos años todo fue bien y, por tanto, en 2017, pedí la custodia compartida, sin embargo, el juicio de la Audiencia Provincial demostró que el padre no estaba a cargo de las niñas de ninguna manera y que habían vivido con la abuela en todo momento, y que por ello, y por el conflicto adulto la custodia compartida no les parecía posible y en un principio iban a otorgarme la custodia a mí. No obstante, la custodia completa por mi parte tampoco lo era, ya que en ese momento me encontraba ante diferentes problemáticas, entre ellas, me estaba recuperando de una depresión por el maltrato ejercido hacia mi persona, que no me permitían poder atender a mis hijas al 100%. En este momento se otorgó la custodia a su abuela, cometiendo el grave error de no realizar una evaluación previa a esta persona y encontrarnos a día de hoy en este punto.
Años después, y tras muchos obstáculos por la parte paterna y reconocimientos, evaluaciones y esfuerzos por demostrar mi capacidad total de poder cuidar a mis hijas, se seguía incumpliendo el régimen de visitas establecido por el juzgado. Estuve muchos meses, desde el confinamiento no las volví a ver porque no me las traían, y las pocas veces que me las traían las niñas se negaban a venir conmigo. Por ello, en 2020, puse la demanda de modificación de medidas y se descubrió la alienación parental (control parental restrictivo en el ámbito jurídico) y me di cuenta también por conversaciones por WhatsApp con mi hija mayor que la situación era más grave de lo que creía. El comportamiento de mis hijas cambió de la noche a la mañana, negándose una de ellas a venir conmigo y rechazando mi presencia de una manera totalmente injustificada. Comportamiento que nunca jamás antes se había dado y del que tengo constancia que ha sido instigado por la parte paterna, a través de una manipulación, denigración y la prohibición de hablar conmigo o verme. A partir de aquí se me fue otorgando y ampliando el régimen de visitas hasta que ahora se ha pronunciado la custodia a mi favor.
A través de esta campaña quiero en un primer momento visibilizar y concienciar sobre estas vivencias que son, desgraciadamente, comunes para muchas familias, y en consecuencia, las situaciones a las que nos tenemos que enfrentar muchas madres y padres. Si a estas situaciones se le suma, la manipulación, los obstáculos, los incumplimientos de visita, la denigración e incluso el maltrato psicológico y el control, nos encontramos ante una injusticia que afecta de primera mano la vida e infancia de mis hijas.
Como madre, que ha luchado y hecho todo lo posible por poder ver y pasar tiempo con mis hijas, simplemente pido que se cumpla ese derecho. Pido el derecho a poder ver a mis hijas y, por tanto, que se cumpla la custodia exclusiva que se me otorgó en primera instancia. También contar con recursos que permitan certificar que mis hijas actúan conforme a su voluntad. En este caso, que cuando tienen que evaluar a un menor víctima de alienación parental (control parental restrictivo en el ámbito jurídico), hagan la exploración psicológica en un espacio neutro donde no les lleve, ni recoja, ni esté cerca la persona alienadora, por ejemplo en el colegio que es un lugar familiar y neutro.
Por ello, y con todo lo aquí plasmado, quiero dirigir esta campaña a los representantes del Parlamento de Cataluña y que llegue al Ministerio de Igualdad o a cualquier figura que pueda acelerar el proceso y garantizar el bienestar de mis hijas y permitirme reconstruir la relación maternofilial, que tanto se ha visto dañada durante todos estos años.
Pido desde aquí la máxima difusión y apoyo a esta campaña. ¡Gracias a tod@s!