Me llamo Magda y vivo en Catalunya. Un día de 2019, de casualidad, me percaté de que tenía un bulto en el pecho. Al día siguiente de notarlo, llamé a mí Centre d’Atenció Primaria (CAP) de referencia y después de visitarme me derivaron con el ginecólogo. Allí, me practicaron una mamografía y una ecografía mamaria y me detectaron microcalcificaciones. Como eran benignas en aquel momento, consideraron que bastaba con hacer controles rutinarios cada seis meses.

Llegó la pandemia de la Covid-19 y las visitas rutinarias se aplazaron. De hecho, la mamografía de control que tenían que realizarme me la hicieron aproximadamente cuatro meses más tarde de lo programado. Después de un mes de hacérmela, me llamaron y me indicaron que necesitaba una biopsia. A partir de entonces, empezaron a hacerme un seguido de pruebas diagnóstico y finalmente me detectaron un cáncer de mama. En enero de 2021 me practicaron una mastectomía que también conllevó la extracción de los ganglios. Después, recibí un tratamiento de quimioterapia que terminé el pasado agosto y uno de radioterapia que terminé en octubre. Desde entonces estoy tomando un tratamiento hormonal que se alargará cinco años y que combina la vía oral e inyecciones.

Todo lo que se relaciona con el aspecto puramente sanitario ha funcionado muy bien. Aun así, considero que hay alguna carencia en relación con el acompañamiento que se da a la enfermedad y al contexto que conlleva el proceso. Los tratamientos a los que tenemos que someternos para curarnos nos dejan algunos efectos secundarios que son imprescindibles de tratar con productos que no cubre la Seguridad Social y que son muy caros. A mí, por ejemplo, la radioterapia me quemaba la piel hasta dejarla en carne viva, y necesitaba tratar las heridas con cremas. También hay otros aspectos como pastillas para revertir efectos de la quimioterapia, las pelucas o las prótesis que también son muy caros y que muchas veces tienen que ver con el ámbito físico, pero también con el cuidado del bienestar psicológico.

Teniendo en cuenta lo presentado, considerando que la enfermedad deja a los pacientes oncológicos sin poder trabajar por una temporada larga y que, por lo tanto, los ingresos económicos de estas personas se reducen o desaparecen, aunque tengan que hacer frente a los mismos gastos cotidianos, además de los mencionados, me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan, para que me respondan a la pregunta: ¿Por qué no se tiene en cuenta el lastre económico que conlleva la enfermedad y se actúa en pro de evitarlo?

Finalmente, me gustaría remarcar la necesidad de destinar más recursos económicos a la investigación del cáncer. Este es un aspecto primordial para avanzar hacia la curación de la enfermedad, de la misma forma que es necesaria para avanzar hacía tratamientos menos agresivos y más eficaces.