La clave está en no ser esclavo de la deuda, sino que la deuda sea útil para Navarra
Como primer caso, será importante estudiar al milímetro la deuda con la que partimos. Es verdad que cada año la Cámara de Comptos nos informa sobre la deuda, al hacer la auditoría de las cuentas generales de Navarra ( el último disponible corresponde a 2013 ). Es verdad también que el Gobierno nos informa trimestralmente de las operaciones de endeudamiento realizados. Y finalmente sabemos también que además de la deuda pública emitida y de los préstamos concertados con entidades bancarias, también entran en el cómputo la deuda de las empresas públicas y las operaciones de colaboración público-privada. Por cierto, en este último caso, conocemos que, al haber cambiado el criterio europeo con posterioridad, no computa el peaje en la sombra de Autovía del Camino, cuando es obvio que es una deuda como una catedral. Todos esos elementos ya sitúan la deuda en un porcentaje del PIB relevante, por encima del 20%, si incluimos la Autovía del Camino.
Tendremos que comprobar todos esos datos, y revisar también despacio el coste financiero de cada una de las operaciones y su estructuración, es decir, los años pendientes de amortización y su calendario de pago anual, de forma que tengamos claro el esfuerzo anual a realizar durante cada uno de los próximos años.
Creo que hay un principio básico que, cuando hablamos de deuda, debemos preservar: tenemos que asegurar que Navarra tenga capacidad para cumplir sin dificultades con sus compromisos anuales, ya que ese hecho es el que nos permitirá negociar nuevas operaciones financieras en buenas condiciones ( deuda útil para Navarra y no ser esclavos de la deuda; querrán prestarnos dinero, no tendremos que ir mendigando que nos presten ), e incluso estudiar posibilidades para restructurar la deuda que tengamos en cada momento rebajando su coste financiero. En definitiva, el que, fruto del volumen de deuda que tengamos, de cómo la tenemos estructurada, y de nuestra capacidad de generación de recursos se considere unánimemente que Navarra es una comunidad fuerte, generadora de confianza es lo que va a permitir que tengamos de verdad una razonable autonomía-independencia financiera, que, desde mi punto de vista, es un elemento esencial para poder ejercer de verdad nuestro autogobierno y no estar en manos de terceros.
A partir de este punto de partida, se nos pregunta por las medidas que tomaremos para reducir la deuda. Vamos por partes. Estamos viviendo una de las crisis más profundas de las últimas décadas. En estos últimos años, todas las administraciones públicas autonómicas, la estatal e incluso las europeas ( salvo excepciones como Alemania ) están elevando su deuda, por supuesto no todas ni en la misma cantidad ni con los mismos fines. Y lo están haciendo porque en esta coyuntura de crisis están teniendo dificultades infranqueables para generar los ingresos que permitan cubrir todos los gastos. De hecho, en estos años tan difíciles el que las administraciones públicas incrementen la deuda de una manera controlada, dentro de unos límites, no está yendo en contra de su imagen como administraciones solventes. En el caso de que la deuda se incremente de una manera desordenada, excesiva, entonces su imagen, reputación y consideración sufre, y se pierde la imprescindible independencia financiera a la que me refería antes.
En el año 2015 y siguientes, hasta que la crisis de verdad empiece a pasar, seguramente la clave estará ya en ir consiguiendo no que la deuda baje, sino que no suba. Y para ello, lo que habrá que ir es anualmente ir pidiendo deuda en la misma cuantía de la deuda que vayamos teniendo que pagar, de forma que la deuda se mantenga. Ese será el reto de Navarra. Y para ello, mirando a los ingresos y a los gastos presupuestarios, a ambos, habrá que ir haciendo una gestión adecuada. Habrá una premisa clara: la suficiente financiación de los servicios públicos esenciales y el suficiente impulso a la reactivación económica y a la creación de empleo. Y en lo que se refiere a los ingresos, Geroa Bai ya ha demostrado que se pueden proponer reformas fiscales alternativas, homologables con nuestro entorno, que benefician a las rentas bajas y medio-bajas y no penalizan tanto la recaudación a corto plazo. Sólo recordar que la propia Hacienda Foral estimó a finales de 2014, en pleno debate fiscal, que la propuesta de Geroa Bai suponía, en un análisis estático, 100 millones más de recaudación que la finalmente aprobada. Además, en este contexto todavía de crisis, habrá que buscar y analizar si existen proyectos estratégicos generadores de empleo y riqueza a largo plazo, y por lo tanto, de futuros ingresos tributarios, que merezca la pena financiar a largo plazo de forma específica, y para ello habrá que pelear por que la financiación de ese tipo de proyectos pueda tener una consideración específica desde Europa diferente a la deuda corriente.
Una vez que la recuperación económica sea un hecho, y siempre con el criterio adecuado, entonces sí que tendremos que ir reduciendo los niveles de deuda y/o generando ahorros, huchas o remanentes que fortalezcan nuestra posición ante el futuro a largo plazo en general, y, en particular, ante posibles crisis que puedan volver a producirse en un futuro confiemos muy lejano. En las vacas gordas previas a la crisis actual se cometieron muchos excesos y sobre todo nos creimos que las vacas gordas iban a ser para siempre. La lección que tenemos que aprender, si volvemos, ojalá, a un nuevo periodo de bonanza económica ( no para algunos, sino para todos o al menos para la gran mayoría ), es que tendremos que ser previsores y generar ahorros y remanentes en previsión de que puedan llegar nuevas crisis. Ahorros y remanentes que nos permitan, si llegan nuevas crisis, impulsar soluciones y sobre todo, atender adecuadamente las necesidades de la ciudadanía, evitando tanto sufrimiento de tantas y tantas personas.
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