El modelo de IU es extremadamente democrático y asambleario en sus estatutos. Con una estructura de "abajo arriba" de asambleas y direcciones plurales, donde se escoge una dirección colegiada (consejos) que ejercitan la soberanía sobre las direcciones ejecutivas y coordinadores, que no son "plenipotenciarios" sino que se deben al consejo que los ha nombrado y en el que hay garantías para que estén todas las tendencias. Así, yo mismo, como coordinador de Granada estoy expuesto, cada 2/3 meses a perder la votación de mi informe al consejo, lo que conllevaría (me parece obvio) mi dimisión para elegir un nuevo coordinador.

Además tenemos la estructura de áreas (de mujer, de juventud, medio ambiente, educación, cultura, economía y empleo, etc.). En ellas puede participar todo el mundo y se supone que deberían ser capaces de elaborar propuestas, analizar problamáticas y proponer iniciativas, campañas e ideas para el conjunto de la organización.

En la práctica, el modelo ha derivado excesivamente en el de un partido tradicional. Cuesta un trabajo tremendo hacer funcionar las áreas y las direcciones, llevadas por los tiempos de la política real, rara vez pueden hacer otra cosa que someter a mera ratificación las decisiones del día a día.

Las grandes decisiones (cogobierno de Andalucía o elección de candidatos) no sólo se hacen en debate abierto, sino que organizamos en el primer caso un referendum interno, militante a militante y en el segundo unas primarias abiertas a simpatizantes.

Creo que más que cambiar de modelo organizatovo lo que tenemos es que volver al origen y ser más fieles al modelo organizativo fundacional de IU,

De los modelos que han adoptado otros partidos no opino, salvo para decir que no existe en España una organización política con mayor democracia interna que Izquierda Unida. Esto es así, objetivamente y con los estatutos en la mano