Pregunta para Parlamento de Andalucía
¿Qué van a hacer para solucionar el gran problema que hay entorno a los Trastornos Alimentarios (TCA) durante la infancia y la adolescencia?
Hola, me llamo Mara, tengo 32 años y desde la infancia he tenido diferentes Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Escribo este texto en osoigo porque me gustaría dar visibilidad a una realidad que sufren muchas niñas durante la infancia y la adolescencia y, en muchos casos, se alarga hasta la vida adulta.
En mi caso, todo empezó a los seis años, cuando tras la pérdida de mi padre me diagnosticaron anorexia nerviosa. En este caso, la enfermedad se había desarrollado por un proceso traumático que, tras ser tratado, superé durante un tiempo. En aquella ocasión, los médicos no llevaban a cabo procesos recomendables, desde mi punto de vista, para intentar hacer que yo comiera. Me llegaron a encerrar en una habitación sin mi madre y sin baño, diciéndome que la única solución de salir de ahí era comer. Tengo la esperanza de que, a día de hoy, estos métodos tan ineficientes y dolorosos para los pacientes hayan cambiado.
Cuando parecía haber vuelto a la normalidad la situación, a los 11 años aproximadamente, guiada por los complejos con mi cuerpo como consecuencia de comentarios y estereotipos sociales, empecé a dejar de comer. Después, continuaron los vómitos, y así sucesivamente. Nadie de mi alrededor parecía darle importancia a lo que hacía. Así he vivido hasta hace dos años, cuando después de un proceso largo de tratamientos psicológicos, mi cabeza hizo click y empecé a sentirme más fuerte emocionalmente.
Esto último es muy importante y es lo que quiero destacar en este texto. La educación emocional es muy importante y está estrechamente ligada a la salud mental. Hoy en día, la educación emocional es la gran ausente de todos los programas educativos. No me refiero únicamente a las niñas o adolescentes, sino también a las familias. En gran parte de las familias hablar de salud mental y de cómo se siente la otra persona que tenemos al lado es un tema tabú.
Para que los niños y los adolescentes no caigan en las trampas de los estereotipos tienen que confiar en sí mismos, tener las herramientas suficientes para valorarse y para enfrentar los problemas, en este caso relacionados con la alimentación. En este proceso es fundamental el papel de las familias, que también han de educarse con este tema y aprender a no juzgar a sus hijos, hermanos o cualquier familiar que se salga un poco de los cánones impuestos, que son el mayor problema que tenemos. Estas conductas son muy comunes en las familias y pasan totalmente desapercibidas. Personalmente, considero que cambiándolas la salud mental y emocional de los niños se vería reforzada.
Por todo esto, lanzo la siguiente pregunta a las instituciones: ¿Qué van a hacer para solucionar el problema de los TCA durante la infancia y la adolescencia?