Pregunta para Congreso de la República de Colombia

Soy María Alejandra Raad, superviviente de cáncer. ¿Cuándo habrá una atención de salud oportuna y prioritaria que facilite los tratamientos a los pacientes oncológicos?

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Hola, soy María Alejandra Raad Cure, tengo 35 años, soy de Barranquilla y vivo en Bogotá. En marzo de 2019 fui diagnosticada con linfoma no Hodgkin en el mediastino. Es un cáncer por el que se forman células malignas en el sistema linfático. Fui a una clínica donde no había ni hematólogos ni oncología, pero una médica, al ojo, me dijo que probablemente tenía un linfoma. Me hicieron una biopsia y apareció el tumor que tenía en el pecho. Tras 15 días de espera en mi casa para ser remitida a un especialista, fui a la Fundación Cardioinfantil, porque me mandaron recomendada a un doctor para que me diera su concepto.

El médico me vio, revisó los papeles y confirmó que era un linfoma, aunque había que hacerme una inmunohistoquímica para determinar de qué tipo era, pero me quiso revisar. Él estaba con los residentes y al quitarme la blusa me dijo: “Necesito que cruces el hospital y vayas a urgencias”. Mi mamá decía que no era posible, porque la Cardio no estaba en la red de Medimás, mi EPS. Pero él dijo: “Si ella se va de aquí, no va a llegar ni a la red de Medimás ni a su casa”. Después de ir a urgencias, me hicieron pasar a un consultorio y me empezaron a hacer muchos exámenes. Así determinaron que tenía trombos en las yugulares porque el tumor estaba aprisionando las venas importantes del pecho e impedía el paso de sangre. Tenía la saturación en 33, cuando como mínimo debe estar en 90. Entonces me hicieron la inmunohistoquímica y apareció el diagnóstico: linfoma no Hodgkin.

Dado que la Cardioinfantil no está en la red de Medimás, no me podían atender, pero era urgente que me pusieran quimioterapia. Me administraron un corticoide, que es una quimio de rescate, pero después debía pasar a un ciclo de quimioterapias. Mi quimio ya estaba lista, ya me la iban a poner, pero la EPS no autorizaba. Pasaron 10 días hasta que, gracias a la denuncia en redes sociales, mi historia llegó a la directora de Medimás, que por fin dio la autorización. Así, en abril recibí la primera quimio, cuando el tumor ya medía 20 centímetros. Después me remitieron al Instituto Cancerológico para someterme a una poliquimio, que implica pasar antes por 20 órdenes. Mi mamá tenía que vigilar que le dieran los medicamentos correctos, porque con frecuencia ocurre que los entregan mal.

Para manejar el dolor, debían suministrarme opioides. Si no los hay en la EPS, no se pueden conseguir de manera particular. Así que fue necesario buscarlo por redes sociales para pedirlo prestado a alguien que pasara por un tratamiento como el mío y reponerle la dosis después. En Colombia ocurre que a los pacientes con cáncer no se les facilita la atención, sino que se les dificulta. Y aparte de todo, uno debe pelear por una cama o por tener un medicamento asegurado. En mi caso, era necesario que me hicieran quimios cada 21 días exactos. No podía haber retrasos, porque el tumor volvería a crecer. Yo tuve la fortuna de estar rodeada de gente que me los garantizaba, pero había personas que tenían una o dos semanas de retraso, o hasta dos meses.

Yo pasé por siete ciclos de quimioterapia, cada uno más fuerte que el anterior. Al principio yo llegaba y salía caminando de la clínica. Después del tercer ciclo ya no podía hacerlo: perdí el pelo, las cejas, las pestañas, se me cayeron las uñas, no podía comer, perdí el apetito, sentía que se me caían los dientes, se me quemaron las venas. Después del séptimo ciclo me hicieron una radiografía de contraste para ver si ya no quedaba nada del tumor. El resultado fue que se había reducido sólo dos centímetros. Yo ya no quería hacerme más quimioterapias. El médico ofreció hacerme una tomografía y una biopsia en el tórax, y había que esperar varios días por el resultado. Al octavo día me dijo que había salido el resultado de la biopsia: no tenía cáncer. Había sido un falso positivo. Eso fue el 7 de octubre de 2019, siete meses después del comienzo de todo.

Las dificultades por las que pasé hicieron que en mi caso la enfermedad pasara a un segundo plano, porque debía pelear con la EPS, ir a la Superintendencia de Salud y presentar peticiones, quejas y reclamos, pero no hay solución. Gracias a una tutela, un juez indicó que debían atenderme y someterme a los procedimientos necesarios de urgencia sin importar el lugar. Pero como la EPS no tenía los recursos, muchas cosas se retrasaban. Con mi experiencia, creo ahora que los pacientes con cáncer deberían tener una atención que les permita acceder a sus tratamientos de manera inmediata, sin tener que preocuparse por la burocracia de la salud, porque eso es agregar un problema a una situación ya de por sí muy problemática y crítica.

Es por eso que lanzo esta campaña: para pedir a las autoridades de Salud y al Congreso de la República que garanticen una atención primaria para los pacientes con cáncer en Colombia. Porque no es justo ni lógico que ocurra, como a mí, que haya que pasar por un triaje aun cuando ya hay un diagnóstico. Una atención oportuna, además de restar dificultad al hecho de enfrentar un cáncer, ayudaría a salvar la vida de niños y adultos. Todos podemos contribuir a que esta campaña sea escuchada: si recogemos 350 firmas, este testimonio será presentado a los congresistas para que den una respuesta en la página de Osoigo. ¿Me ayudas con tu firma? No toma más de un minuto. Y después de hacerlo, difunde esta campaña con todos tus amigos y contactos de WhatsApp y redes sociales. Unamos todos las voces por un servicio de salud digno. ¡Muchas gracias!

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Pregunta dirigida a: Congreso de la República de Colombia