Me llamo María Daniela, soy de Venezuela pero vivo en Valencia (España), y soy psicóloga clínica y deportiva. Como psicóloga, como deportista y como mujer, veo que todavía hay mucho trabajo por hacer para que haya paridad de género dentro del deporte. Es un mundo que sigue muy masculinizado, y esto se debe a diferentes factores.

Para mí, una de las causas principales es la educación sesgada que recibimos desde que somos pequeñas. Algo tan sencillo como un juguete, o la forma de jugar con él, ya dice mucho del ambiente en que crecemos y del rol que nos imponen por el sexo con el que hemos nacido. Por ejemplo, que a un niño se le regale una pelota y a una niña una muñeca.

Desde muy temprana edad, las niñas crecen pensando que no pueden jugar a ciertos deportes, que no pueden ensuciarse, escalar, ser más agresivas (en el buen sentido). Se les enseña a ser más delicadas, a tener cuidado al jugar con niños porque pueden hacerse daño, y por ende, que son más débiles. Y por otro lado, a los varones se les inculca que las niñas no se encuentran al mismo nivel para ciertos juegos. Son fallos en la comunicación.

Cuando llega la adolescencia, el abandono de los deportes entre las chicas es mucho más elevado que entre los chicos. Un motivo es la falsa creencia de no encajar en los cánones de belleza establecidos si no cumplen con características físicas dadas por la sociedad, abandonando deportes para los cuales realmente son muy buenas.

Otro motivo que hay que tener en cuenta es la llegada de la menstruación. Debemos aceptar que, como mujeres con ciclo menstrual, habrá ciertos días en que no estemos en las mismas condiciones. Por eso veo muy importante que los entrenadores tengan más en cuenta este factor y así puedan trabajar con las deportistas desde la empatía.

Por todo esto quiero dirigirme a los miembros de las Cortes Valencianas, ya que vivo en la Comunidad Valenciana y son mis representantes en dicha cámara, para que se tomen medidas para concienciar al profesorado, pero sobre todo a padres y madres, para criar y educar desde los valores como el respeto, y así poder fomentar el deporte entre las niñas.

La actividad física aporta más de lo que creemos a nuestra salud, tanto física como mental, ayudando a los atletas a desarrollar habilidades psicomotrices, capacidad para relacionarse, autoconfianza, manejo de emociones, control y reducción de estrés, trabajo en equipo, entre otros. Por estos motivos y más, es de suma importancia que las niñas crezcan viendo el deporte como algo que forma parte de sus vidas, no como algo “de niños”.