Me llamo María y vivo en Madrid. Mi hermana murió en julio de 2018 con 41 años, después de estar, aproximadamente 10 años luchando contra el cáncer. A los tres meses de fallecer, nos llamaron desde el hospital para informarnos de que, a raíz de una extracción de sangre que le habían practicado en algún momento, habían podido concluir que era positiva en la mutación del gen BRCA1; aspecto que indica que la persona es más propensa a padecer cáncer de mama o de ovario en el caso de las mujeres. Nos indicaron, entonces, que tanto mi madre como yo teníamos el 50% de posibilidades de haber desarrollado también, la mutación del gen; hecho que conllevaría tener el 90% de posibilidades de padecer cáncer. 

En mi familia ha habido diferentes casos de cáncer a lo largo del tiempo, pero nunca se habían relacionado con esta posibilidad. Nos concertaron cita para practicarnos un test genético y tanto mi madre como yo, dimos positivo. En este punto, nos derivaron con el oncólogo y empezó un período de tiempo dedicado a hacernos todo tipo de pruebas relacionadas, de la mano de diferentes especialistas. También nos plantearon las opciones que teníamos ante la afectación: podíamos elegir si queríamos seguir controles rutinarios exhaustivos o si preferíamos someternos a una o más intervenciones quirúrgicas a modo preventivo. Yo elegí la segunda opción, así que después de un año desde que recibí el resultado del test genético, me sometí a una mastectomía bilateral con todo lo que este tipo de operación conlleva tanto a nivel físico como emocional.

He sido la primera persona de mi familia en practicarse una operación a modo preventivo. Mi hermana padeció su primer cáncer cuando tenía 29 años y en algún momento, durante los años que estuvo enferma, le practicaron un test genético anterior al mencionado que dio negativo. Por lo presentado, considero imprescindible que se mejore la inversión pública que se destina a la investigación; es fundamental apostar por los avances científicos constantes con el objetivo de actuar en pro de la prevención del cáncer.

Además, considero que, de la mano de la apuesta por la investigación, debería ir la organización logística en relación con los procesos sanitarios en la Seguridad Social. Una vez se concluye que el resultado de un test genético es positivo, prima la urgencia para fomentar, también, la prevención del cáncer. Para cumplir con la rapidez, considero imprescindible que se defina un protocolo de actuación; desde que nos dijeron de hacernos la prueba genética hasta tener los resultados pasaron cinco meses y luego, hasta que me operaron, pasaron ocho meses más. Creo que se debería de tener en cuenta que en un contexto como el mío, el paso del tiempo es determinante.

Para cumplir con lo mencionado, considero que se debería de trabajar en este sentido a nivel institucional. Es por eso que me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan, para que den algún tipo de respuesta al siguiente planteamiento: La investigación es crucial, así como definir un protocolo para actuar rápidamente con el resultado del test genético; ¿por qué no se trabaja en este sentido? Estuve un año haciéndome pruebas antes de que me operaran.