Mi nombre es María González, tengo 31 años y recuerdo el pasado 15 de abril como un punto de inflexión en mi vida. Llevaba varias semanas notando un cansancio que achaqué al estrés del trabajo. Pero, según pasaban los días, este empeoraba y empecé a sufrir fiebres muy altas durante la noche. Fui a mi médico de cabecera para que me realizase un análisis de sangre y, tras unos resultados normales, me recomendó una buena alimentación y varios días de reposo. Seguí sus indicaciones y solicité una baja de 15 días, pero los síntomas iban cada vez a peor.

Una mañana, al salir de la ducha, me vi al espejo y noté como mi pezón derecho había cambiado de color y de forma. Inmediatamente fui a Urgencias del Hospital Álvaro Cunqueiro, en Vigo, y tras ver la cara del médico tras un primer chequeo, entendí que algo muy complicado me esperaba. Me realizaron una mamografía y lo que aquella mañana había contemplado como una mínima posibilidad se corroboraba: tenía un tumor en el pecho.

A los dos días me sometí a una operación para su extracción y, tras analizar el bulto, determinaron que era maligno y padecía cáncer de mama. Jamás había sentido tanto miedo pero, lo que de verdad se apoderó de mi fue la rabia. Y es que no había pasado ni un mes desde mi última revisión ginecológica. 

Lanzo esta campaña para que desde la Xunta de Galicia incluya en el Servicio Galego de Saúde (SERGAS) la realización de mamografías en chicas y mujeres jóvenes, ya que se trata de un tipo de cáncer relativamente fácil de superar, siempre que la detección sea temprana.