Soy María, tengo 28 años y soy superviviente de un linfoma. 
 

Todo mi tratamiento completo ha durado seis meses. Gracias al seguro de sanidad privada de mi empresa, me detectaron muy rápidamente a que se debía el bulto que tenía en el cuello. Aunque después he seguido todo mi tratamiento en la sanidad pública.
 

Vieron que tenia un tumor en el mediastino y pronto empezaron a hacerme un tratamiento de seis ciclos de quimioterapia. El tratamiento consistía en estar una semana ingresada con quimio y dos semanas en casa de descanso. 
 

Uno de los problemas que encontré en el proceso de mi tratamiento es la falta de máquinas y de agilidad para realizar pruebas diagnósticas. 
 

Por ejemplo, en Granada donde yo vivo solo hay dos maquinas PET-TAC (es una prueba de diagnóstico por imagen para detectar el cáncer y la efectividad de los tratamientos) de las cuales solo hay una en la sanidad pública. Además, otras provincias limítrofes como Almería utilizan esta máquina porque no tienen en su provincia este tipo de prueba diagnóstica. 

Muchas de las personas a las que le solicitan esta prueba tienen que esperar más de una año y medio para poder realizársela.

La vida de las personas está en juego, el tiempo de espera para las pruebas de diagnóstico del cáncer debe reducirse. Es necesaria la inversión de recursos (medios materiales, humanos y económicos) en pruebas diagnósticas oncológicas que reduzcan el tiempo de espera para poder detectarlo de manera precoz.