Hola a todos, 

El cáncer descontrola tu vida, tu familia y tu carácter. Desbarajusta todo y, tras un diagnóstico oncológico jamás vuelves a ser la misma persona. Tenía 43 años y estábamos sumidos en plena pandemia cuando me diagnosticaron cáncer de mama. 

Soy María, ahora tengo 45 años y soy Nigrán, un pueblo al lado de Vigo. Como decía, hace poco más de dos años me diagnosticaron un carcinoma lobulillar en el pecho, y el proceso que he tenido que vivir lo calificaría como arduo, desesperante e indescriptible si no lo vives en tus propias carnes. Recibí 16 sesiones de quimioterapia, una mastectomía y 16 sesiones de radioterapia posterior. 

Siendo sincera he sentido un continuo abandono y una sensación de estar completamente perdida durante estos años. Fue muy duro acudir sola al hospital para recibir el tratamiento, pero además no he sentido amparo en ni un solo momento. El personal sanitario es deficiente, no dan abasto, y el equipo médico carece de cohesión y unidad. Mi ginecóloga negaba las opciones de que recibiese una reconstrucción mamaria y, por el contrario, el cirujano aseguró que sí podrían llevarla a cabo. Y yo no entendía cómo ante una enfermedad tan dura como el cáncer un equipo médico no puede trabajar conjuntamente. Percibí una fuerte ausencia de cohesión, de unidad y de equipo entre ellos. 

El plano laboral y económico es otra de las grandes lagunas del proceso oncológico. Soy autónoma, tengo una tienda de ropa y me he visto completamente desamparada tras el diagnóstico. La enfermedad incapacita y, sin embargo, las ayudas públicas son prácticamente inexistente. Las secuelas exigen que desembolses grandes cantidades de dinero en sujetadores, medicamentos, productos varios… Pierdes ingresos, sientes miedo, te sientes perdido, precisas de asesoramiento y además te encuentras hundida física y económicamente. ¿Cómo puede afrontarse una situación así? Y, por si fuera poco, en ningún momento he recibido la propuesta de recibir apoyo psicooncológico. 

Hace dos semanas recibí la llamada para volver a pasar por quirófano. Me operaron de las dos mamas, por consejo de mi oncólogo. De repente, vuelvo a estar de baja y he recibido una carta de la Seguridad Social en la que me proponen para la incapacidad total y permanente. ¿Qué se supone que voy a hacer con 45 años y siendo autónoma? A menudo nos dejan completamente tiradas, cuando al pasar por una enfermedad así lo único que necesitas es que te cojan de la mano… 

El cáncer no termina, desgraciadamente, cuando cruzas la puerta del hospital y pisas la calle con un diagnóstico favorable y en remisión. No vuelves a ser la misma persona de antes y las limitaciones te acompañan entonces. Las ayudas públicas destinadas a la investigación contra esta terrible enfermedad serán siempre necesarias, pero ¿cuándo dejaremos de sentirnos tan abandonados los pacientes oncológicos?

Huyamos de los estereotipos. No, no somos fuertes, a los pacientes oncológicos no nos queda otra que sobrevivir. 

Por eso desde aquí quiero extender esta reivindicación a mis representantes políticos en el Parlamento gallego. Espero su respuesta.