Me llamo Mario, tengo 28 años y soy un chico transexual. Aceptarlo no fue fácil. Al principio pensé que era bisexual, ni siquiera sabía que era la transexualidad.  A mis 18 años, y gracias a varios amigos, entendí que lo que me estaba pasando no tenia nada que ver con mi orientación sexual. 

En ese momento, decidí contárselo a mis padres. Al principio no se lo tomaron bien, decían que no era lo normal ni lo correcto. Al ver que no podía encarar la situación, lo deje estar. Tras siete años, a mis 25, conseguí reunir la fuerza necesaria para dar el paso definitivo, independientemente de lo que dijera el resto. 

Contarlo parece sencillo, sin embargo, las personas que nos enfrentamos a ello sufrimos diferentes tipos de discriminación incluso antes de nuestra transición. En mi caso, además del rechazo inicial familiar, tuve que hacer frente al bullying escolar. 

Personalmente, creo que la falta de información y la escasa visibilidad del colectivo son dos de los grandes causantes de esta problemática. Hoy en día, lo que no se nombra no existe para la sociedad y, para una persona trans, esta desinformación supone años de silencio, de vergüenza y hasta de culpabilidad. 

Para erradicar todo esto, resulta imprescindible fomentar la educación en diversidad. Que los niños y niñas conozcan todas las variedades de género y entiendan que todo es correcto, evitaría muchos casos de discriminación. 

Para ello, los centros educativos deberían introducir charlas de calidad en las aulas, así como nombrar a personajes del colectivo en los temarios de las asignaturas. Por último, sería interesante hacer partícipe del proceso a los familiares. Si en casa no nos educan en valores, todo el trabajo realizado en los colegios será en vano. 

Las personas deben ser sin miedo, es la libertad del ser. Por todo ello, como ciudadano y chico trans, me dirijo a las y los miembros del Congreso de los Diputados para que sean conocedores de esta problemática y tomen medidas al respecto.