Pregunta para Congreso de los diputados
Me llamo Marta y en 2012 me diagnosticaron la enfermedad de Crohn. ¿Cuándo va a haber psicólogos financiados por la Seguridad Social para ayudar a gestionar las emociones de las personas afectadas? ¡No todos pueden costearse estos servicios!
Hola. Me llamo Marta Ruiz, tengo 36 años y en 2012 me diagnosticaron la enfermedad de Crohn.
Desde 2011 ya tenía síntomas, pero tardaron bastante en saber qué me ocurría. Tenía diarreas y mucho dolor de tripa, pero era muy raro para mí porque siempre había tenido una vida normal. Cuando me diagnosticaron la enfermedad, no sé si fue por las pruebas, el estrés, o por una ruptura amorosa que tuve, pero me puse mucho peor y estuve casi 1 año ingresada. Estuve, en una ocasión, tanto tiempo en el hospital, que me dijeron de ingresarme en casa.
Los médicos me comentaron que la alimentación no estaba relacionada con la enfermedad. Me mandaron una dieta sin fibra, súper pobre en vitaminas minerales y muy restringida en frutas y verduras. No te educan en lo que a la alimentación se refiere.
Posteriormente, me hicieron una revisión en el ginecólogo sin darme más explicaciones, puesto que me habían mandado corticoides e inmunosupresores. Pero, a finales de 2012, con los biológicos (infliximab) llegó la remisión y pude controlar la enfermedad.
En 2015 me quedé embarazada y me retiraron un tratamiento, pero me mantuvieron la medicación intravenosa porque decían que era peligroso quitarlo. A los 6 meses de que naciera mi hijo, empecé a sentirme muy mal, como si tuviera taquicardias. Yo quería estar bien para mi pequeño, quería estar en pleno rendimiento, por lo que hice algo que no le recomiendo a nadie, pero que sentía que tenía que hacer. Dejé la medicación, lleve a cabo una alimentación con una dieta macrobiótica, vida saludable y enfaticé en los temas emocionales.
Empecé a ir a terapias, yoga, mucho ejercicio, etc. Estuve 3 años perfecta, pero hace 2 años empecé de nuevo con síntomas. Pensé que la dieta no me estaba funcionando y decidí buscar alternativas para controlar la enfermedad, por lo que comencé con la dieta paleolítica, rica en verduras, hortalizas, frutas, carne y pescado, pero retirando los cereales. Posteriormente, cuando he ido al médico para realizarme alguna analítica, me han salido todos los valores perfectos.
Hay situaciones en la vida que son estresantes y cada persona tiene una debilidad. En mi caso, mi talón de Aquiles es el intestino. Cuando volví al digestivo, me dijo que tenía una estenosis –estrechamiento en el intestino- y que tenía una parte nueva afectada. Para controlarlo, tenía que tomarme un inmunosupresor suave.
Cuando tengo la menstruación tengo unos brotes horrorosos. Hace una semana aproximadamente, estuve mala con un cólico y busqué la forma de controlarlo. Empecé con la dieta sin fibra que me habían recomendado los médicos, pero es un horror porque no tiene apenas fruta ni verdura. He comenzado a leerme el libro ‘Recetas sin fibra’ de Judith Soto y me ha encantado, porque te ayuda a la organización alimentaria. He ampliado mi dieta incluso. Ahora he comprobado que controlando la fibra, comiendo un poco de todo, pero sin gluten, y con cuidado con los lácteos, puedo vivir muy bien. Quitando los ultra procesados, sin ser súper estrictos, alimentándose de una manera sana, haciendo ejercicio, estando con gente que te aporta, junto con la ayuda farmacológica, puedes mejorar tu calidad de vida.
Las personas que estén en una situación parecida a la mía deben de quererse, tienen que centrarse en ellos, hacer cosas que te hagan sentir bien a ti. La mayoría de las personas que tienen estos problemas, no están bien emocionalmente y deberían pedir ayuda a un profesional.
Es tras mi experiencia, por lo que lanzo las siguiente peticiones al Congreso de los Diputados para que haya mucha más investigación sobre las EII y que, tras el diagnostico, haya un control, un seguimiento y, sobre todo, una educación alimentaria.
De igual forma, debe de haber psicólogos a través de la Seguridad Social para ayudar a gestionar todo el proceso. Hay personas que no se pueden costear un servicio de psicología.
Por otro lado, debe de implantarse en todos los colegios una educación alimentaria y emocional. Sería muy importante que, desde nuestra educación, desde nuestra base como ciudadanos, nos enseñaran a saber gestionar nuestras emociones y a alimentarnos adecuadamente para tener una calidad de vida óptima.