Pregunta para Congreso de la República de Colombia
En Colombia existe gran negligencia por parte de las EPS y los usuarios estamos desprotegidos. ¿Por qué cuando se realiza un mal procedimiento médico los pacientes no tenemos herramientas para hacer valer nuestros derechos y exigir una justa reparación?
Mi nombre es Martha Lucía Castro, tengo 51 años y vivo en Madrid, Cundinamarca. Cuando tenía 35 años, empecé a sufrir fuertes dolores de cabeza, náuseas, vértigos y mi salud empezó a deteriorarse rápidamente. En esa época recuerdo que existía una clínica que se llamaba Naturisa y mi hermano me prestó el dinero para ir a una consulta, allí me sugirieron ir a la EPS y solicitar exámenes especializados.
En la EPS me atendió un neurólogo que me envió a casa con un diagnóstico de migraña, sin embargo, los síntomas eran cada día más fuertes y yo casi ni podía comer. Fue sólo hasta que acudí a la Fundación Cardioinfantil, que pude hacerme un TAC y una resonancia magnética, en dónde los médicos establecieron que lo que tenía era un tumor cerebral benigno de 4cm de diámetro y que necesitaba con urgencia una cirugía que la EPS en primera instancia me negó, alegando que en esta clínica no tenían convenio.
Con el pasar de las semanas, mi estado empeoró y la EPS me asignó un médico para la cirugía al que conocí días después. El doctor me atendió muy mal, me sentí despreciada y asustada al pensar en poner mi vida en manos de una persona como esta. De inmediato, lo manifesté a la EPS, pero fue una pérdida de tiempo pues no escucharon mi reclamo y me cerraron las posibilidades de la cirugía a este personaje.
Finalmente, el 30 de diciembre de 2006 me hicieron la operación, la recuperación fue muy difícil, yo recuerdo que luchaba mucho y no entendía con claridad lo que sucedía, tenía tubos en la boca, no podía hablar, tenía la cabeza hinchada, me sentía muy mal. Con el tiempo fue evidente el resultado del procedimiento, quedé con una severa parálisis facial en el costado derecho, perdí la audición y la visión derecha, es como si sólo hubiera sobrevivido media persona, y para rematar el médico dijo que no me había retirado todo el tumor porque temía que pudiera fallecer.
Esta vivencia marcó mi vida, ya nada volvió a ser igual, muchas veces perdí la esperanza y me preguntaba el motivo por el que tenía justamente yo que asumir una situación así. Antes de enfermar, tenía muchas ganas de vivir, hacía todo por mi familia, me hacía feliz verlos contentos, me gustaba mucho trabajar y aunque muchas personas se aprovecharon de mí en esa etapa, me llenaba siempre de ganas de salir adelante y ser la mejor en lo que hacía. En medio de una dura depresión y angustia decidí pedir una segunda opinión para ver qué opciones tenía.
El médico que revisó mi caso se sorprendió mucho al ver lo que me había sucedido, pues luego de ver los exámenes y analizar los estragos del procedimiento, me dijo que no entendía la razón por la que no me habían retirado por completo el tumor, ya que, aunque mi caso era complejo yo no debía estar así, como quedé. El aseguró que el procedimiento no estuvo bien hecho y que me iba a ayudar a corregir de la mejor manera posible los daños que me habían causado con la cirugía.
Fue muy duro saber que, pese a que yo había pedido que por favor no pusieran mi vida en manos de ese médico, la EPS no escuchó mi solicitud, yo tan enferma no tuve otra opción que acogerme a lo que con negligencia me ofrecían. Luego, intenté demandar, llegué al abogado de Compensar EPS, me pidió pruebas y cuando fui a solicitar las grabaciones de la cirugía me amenazaron en la clínica, me dijeron que eso tenía consecuencias y que yo no tenía dinero para asumir los gastos ni del abogado ni de todo lo que implicaba empezar un proceso legal.
Empecé a sufrir de estrés severo y depresión, años después tuve nuevamente que ser atendida de urgencias, me mandaron exámenes y me diagnosticaron Síndrome de Sjögren en el 2016 y luego lupus en el 2021. Llevo 14 años de mi vida profundamente triste y enferma, nunca recibí una reparación por el daño que me causaron, no pude volver a trabajar y aun así hay personas que dependen de mí. Por fortuna pude pensionarme, pero sostener ese beneficio ha sido otro asunto difícil, porque en Colombia no hay respeto por la vida de nadie.
Por eso quise lanzar esta campaña, porque me parece importante concienciar sobre esta realidad que vivimos miles de pacientes en el país. Quiero pedirle al Congreso de la República que cree leyes, para que todas las personas que han sufrido un mal procedimiento que arruinó sus vidas, puedan ser reparadas y para que se haga justicia frente a las arbitrariedades de las EPS que ponen en riesgo la vida de miles de personas.
Ayúdame con tu firma para que las personas que han pasado por circunstancias tan duras como la mía tengan una voz, para que se haga visible esta realidad.
En Colombia necesitamos 350 firmantes para que los políticos nos respondan. Una firma puede ser el inicio de un gran cambio. ¿Cuento con la tuya?