En septiembre de 2018, mientras me hidrataba la piel del pecho, me noté un bulto del tamaño de un garbanzo. Tres años antes me había puesto unos implantes, por lo que decidí llamar al cirujano que me había operado. Me citó en su consulta y, tras examinarme, me confirmó que se trataba de un pliegue en la prótesis. Aún así, no me quede tranquila.

Dos meses más tarde tenía cita para realizarme una mamografía y le comenté lo ocurrido a la enfermera que me la hizo. Tras repetirme la prueba y tocar el bulto, decidió hablar con la radióloga. A continuación me hicieron una ecografía y, aunque no tenían claro lo que era, me aseguraron que no se trataba de un pliegue en la prótesis.

Pasados unos días me practicaron una punción. Aunque en los resultados no se veía nada sospechoso decidieron quitármelo por precaución, pues mi hermana y mi madre habían pasado por un cáncer de mama. Al analizarlo, vieron que en una parte del pecho había células cancerosas, por lo que tuve que volver a pasar por quirófano. 

Una vez recuperada de la intervención me administraron varios ciclos de quimioterapia y, después, radioterapia. Ahora estoy siguiendo el tratamiento hormonal de los cinco años.

Si bien los fármacos para combatir esta enfermedad me han producido muchos efectos secundarios, mi actitud me ha permitido llevar este proceso relativamente bien. En cambio, considero que los pacientes oncológicos deberíamos recibir algún tipo de ayuda económica que nos permita hacer frente a los gastos que tenemos que asumir para sobrellevar esta enfermedad de la mejor manera posible.

Por ello, con esta iniciativa pido al Parlament de Catalunya que destine más recursos a la investigación del cáncer, a la realización de pruebas para su diagnóstico precoz y a las ayudas económicas a los pacientes oncológicos.