Me llamo Mónica Rouanet, vivo en Madrid y soy pedagoga y escritora. Mi vida laboral se ha desarrollado en el área socioeducativa con menores y familias en alto riesgo social, lo que, en cierta manera, se refleja en todas mis novelas. En la última, un thriller psicológico titulado No oigo a los niños jugar, doy voz a menores marginados por ser diferentes. La protagonista, una chica de 17 años que ha intentado suicidarse tras sufrir un shock postraumático, ingresa en una clínica privada para adolescentes con enfermedades mentales donde coincide con otros jóvenes y sus patologías

Padecer trastornos psicológicos sigue siendo un tema tabú a nivel social, más aún cuando eres menor o adolescente. Esto debe acabar. Sin embargo, no podemos cambiar a la sociedad si no contamos con las herramientas necesarias para paliar el inicio del problema. 

Debería haber un mayor apoyo psicológico para los niños y los jóvenes, especialmente en la actualidad, ya que con la pandemia de coronavirus han aumentado este tipo de consultas. Actualmente casi no existen especialistas en salud mental dirigida específicamente a esta franja de edad.

En todas las presentaciones de mi novela insisto en esta necesidad. La necesidad de que la salud pública se vuelque en la salud mental de los menores, jóvenes y adolescentes. No es lo mismo un niño que un adulto. 

Recientemente hemos podido saber que el suicido se ha convertido en la principal causa de muerte en jóvenes. Por todo ello, me dirijo a los miembros de la Asamblea de Madrid para que tomen conciencia de la gravedad de la situación y hagan algo al respecto. Este asunto debe ser prioridad hoy, mañana puede ser tarde.