Me llamo Montse y he sobrevivido a un cáncer de mama que me diagnosticaron hace dos años. 

Cómo mi madre ya había tenido cáncer de mama, en el 2020, cuando yo tenía 50 años, me llegó una carta para realizarme una mamografía. Tiempo atrás, yo me había notado un pequeño bulto en un pecho, pero como no me dolía no le di demasiada importancia. 

En la mamografía detectaron algo sospechoso, pero al tener mucho pecho y no haberme realizado esta prueba con anterioridad, no podían contrastarla ni definir qué era lo que habían visto. Me solicitaron una ecografía, en la que comprobaron que tenía un bulto de casi 3 centímetros, y analizaron parte de mis ganglios. A los pocos días me confirmaron que tenía cáncer de mama.

Entré en quirófano y me extrajeron el bulto del pecho, ocho ganglios, y me realizaron una reconstrucción. Mi oncóloga solicitó que analizasen mis muestras fuera de España para saber con exactitud el protocolo a seguir. Empecé con el tratamiento hormonal y, una vez curada la herida del pecho afectado, que tardó más de lo esperado, empecé a recibir radioterapia.

Si bien desde que me detectaron el cáncer me sentí muy bien atendida, considero que no existe una buena coordinación entre las áreas de oncología y rehabilitación. Las mujeres que pasamos por esto podemos llegar a sufrir fuertes dolores y perder mucha movilidad, algo que un tratamiento de rehabilitación completo y de calidad podría mejorar considerablemente.

Por ello, pido al Parlament de Catalunya que destine más recursos a los tratamientos de rehabilitación para los pacientes oncológicos, así como a la difusión de información sobre los síntomas y las secuelas que sufrimos las mujeres que pasamos por un cáncer de mama.