Pregunta para Parlamento de Andalucía
Tenía 13 años cuando el cáncer paralizó mi vida en seco. La investigación y la concienciación es crucial. ¿Por qué no se fomentan campañas informativas sobre la donación de médula?
Hola a todos,
Tenía 13 años cuando el cáncer paró mi vida. Mi andadura con el proceso oncológico comenzó con un bulto en el cuello, dolores y afonía. Tardaron en identificar de qué se trataba. Tras someterme a numerosas pruebas, finalmente decidieron extirpar el bulto. Y allí, en la intervención, lo vieron, era un Linfoma de Hodgkin en estadio IV. El diagnóstico era bastante agresivo, todos los ganglios y el sistema linfático estaban afectados. A mis padres les comunicaron que tan solo me quedaban 3 meses de vida...
Me llamo Nerea, tengo 20 años y soy de Chauchina, un pueblo de Granada. Contra todo pronóstico y tras una lucha dura e incansable, me antepuse a los pronósticos y alargué mi vida. Al principio las quimioterapias no funcionaban. Probaron 6 líneas de quimioterapia y ninguna surtía efecto, por lo que decidieron probar con un tratamiento de quimioterapia experimental, y funcionó.
El paso para la curación completa era entonces el trasplante de médula ósea. El equipo médico planteó la opción inicial de someterme a autotrasplante, pero finalmente decidieron que la alternativa idónea pasaba por recibir un trasplante anónimo o de uno de mis progenitores, compatibles al 50% conmigo. El trasplante anónimo no resultó viable y así fue como recibí la donación de mi madre.
Estuve 3 meses en la burbuja previa y posterior a trasplante. El proceso es arduo, lento y tedioso, aún más complejo para una persona adolescente que no sabe a qué atenerse. Por suerte mi madre pudo acompañarme aquel tiempo. Los meses posteriores al trasplante fueron también difíciles. Seis meses de cuidado extremo, desinfección absoluta de todo cuanto entraba en contacto conmigo y todos los esfuerzos puestos en evitar el rechazo de la médula. Y así, poco a poco, recuperé la normalidad.
Sin embargo, en la revisión de los dos años encontraron dos nuevos tumores, uno retro pectoral y otro en el mediastino. Afortunadamente ya sabíamos qué quimioterapia funcionaba en mi organismo, y así procedieron. Tras la quimio, los hematólogos decidieron consolidar el tratamiento con radioterapia en las zonas afectadas, en dosis moderadas.
Después de aquello todo ha marchado muy bien. Las revisiones son rutinarias y el diagnóstico positivo. Pero resulta imposible no recordar lo difícil de aquellos días. Era apenas una niña, el cáncer paró mi vida en seco y me obligó a sobreponerme. Uno de los aspectos que peor supe gestionar fue la caída del pelo. Sabía lo que era el cáncer, había visto fallecer a mi abuelo unos años antes y era consciente de quimio y cáncer eran sinónimo de caída de pelo.
El cáncer trastoca toda tu vida y la de tu familia, y una vez llega a tu vida, te acompaña para siempre; impone limitaciones. Los efectos secundarios y colaterales del proceso permanecen ahí, con el paso de los años… Por eso desde aquí pido conciencia y visibilidad.
Pero si estoy hoy aquí, narrando estas líneas, es sobre todo para reivindicar la donación de médula ósea. Existe poca información y, sobre todo, desinformación sobre el proceso, cuando se trata de un simple gesto que puede salvar vidas. ¿Cuándo se informará adecuadamente sobre lo que supone hacerse donante de médula ósea?
Extiendo por ello mi petición a nuestros representantes políticos en el Parlamento de Andalucía: La investigación y la concienciación es crucial. ¿Por qué no se fomentan campañas informativas sobre la donación de médula?
¿Me ayudas apoyando y firmando esta campaña?