Pregunta para Cámara de Diputadas y Diputados de Chile
Soy Nicole y mi hija Mayte tiene Síndrome de Down: ¿Cómo garantizarán que niños con diferentes patologías puedan retornar a clases sin arriesgar su salud?
Soy Nicole, vivo en la comuna de El Bosque, el mismo día que nació Mayte me informaron que tenía Síndrome de Down. La estaba recién conociendo cuando me dijeron que se podía morir. Y los pronósticos no eran buenos, me decían que no iba a hablar ni caminar, junto a Mayte tuve que aprender a ser madre y enfermera, pero pese a todas las dificultades del primer año, Mayte ha ido creando su camino y hoy, con ocho años, es una niña que sabe lo que quiere, se hace entender y se logra relacionar con sus pares y adultos.
Ahora bien, desde que Mayte es pequeña, buscar un lugar donde ella pueda jugar, relacionarse y aprender junto a otros niños, ha sido un tema difícil. No solo está la inquietud personal sobre cuál será el lugar adecuado para mi hija, sino también hemos tenido que enfrentar muchas veces el rechazo.
Al comienzo, fueron varios los jardines infantiles que no la quisieron aceptar por tener Síndrome de Down. Hasta que llegamos a uno con una perspectiva de integración, Mayte era la primera niña con Síndrome de Down, pero me sentí súper acogida. Eso solo duró seis meses, de a poco y por diferentes detalles comencé a sentir que Mayte les molestaba. Así que la saqué del jardín y comencé a buscar colegio, enfrentándonos nuevamente al rechazo de diferentes establecimientos educacionales.
Entre los diferentes colegios con Programa de Integración Escolar (PIE), sólo uno aceptó a Mayte. Los demás se excusaban diciendo que el apoyo del PIE era solo para niñas y niños con déficit atencional, no para niños con Síndrome de Down como mi hija. Aún así, pensamos que habíamos encontrado el lugar correcto. Sin embargo, el día que iba a ser su primer día de clases, nos dijeron que no, tanto el director del colegio como la educadora a cargo del curso no estaban de acuerdo con su ingreso. Luego de una demanda en la Superintendencia de Educación, me pidieron las disculpas pertinentes y me dijeron que aceptaban a mi hija. Pero yo necesitaba un lugar donde Mayte se sintiera cómoda y segura, y ese no era el lugar.
Yo quería que Mayte fuera a un colegio normal, que se integrara con niños y niñas de su edad y que pudiera compartir con ellos, pero me di cuenta que lo que yo quiero y lo que necesita mi hija son cosas diferentes, sobre todo cuando las condiciones para su desarrollo no están garantizadas. Así fue como encontré un colegio al lado de mi casa, especial, con jornada mañana-tarde, donde van niños y niñas con (y sin) diferentes discapacidades. Es un colegio donde están preocupados por ella, y si bien la falta de recursos financieros puede ser muy grande, la calidad de las y los profesores y las herramientas para tratar a mi hija, marcan la diferencia
La inclusión escolar de niñas y niños con diferentes capacidades no solo pasa por la relación con sus pares, sino también por las herramientas que tienen los colegios para adaptarse a lo que necesitan las y los niños. Hoy los colegios con PIE no están 100% adecuados para que niños como mi hija esten ahí.
Desde que nació Mayte me siento segregada, en un lugar poco visible y al que nadie quiere mirar. Pero aún así, juntas vamos viviendo el día a día, mientras ella se vaya desenvolviendo en el mundo, yo la apoyo en todo lo que sea necesario y nada cambia eso.
Necesitamos el apoyo de todas y todos ustedes, ya que, si conseguimos 400 apoyos, esta pregunta llegará a los parlamentarios de la Cámara de Diputadas y Diputados y nos tendrán que dar una respuesta en esta misma web. Ayúdanos haciendo clic en el botón “apoyar” y difundiendo, por Mayte y todas las y los niños con discapacidad en nuestro país.