Es necesario centrar la mayor parte de las políticas en la juventud y su (in)formación en materia de igualdad. Y deben tomarse las medidas necesarias para garantizar tu seguridad y libertad
Gracias por contar públicamente tu historia, Noelia. Por mujeres valientes como tú tomamos conciencia de lo que supone el maltrato y lo cerca que estamos de poder ser víctimas si no dedicamos todos los esfuerzos de las instituciones a trabajar en la prevención.
Efectivamente, como bien apuntas es necesario centrar la mayor parte de las políticas en la juventud y su (in)formación en materia de igualdad y educación afectivo-sexual, desde los centros escolares fundamentalmente, aportándoles las herramientas necesarias para detectar cualquier indicio de violencia machista pero sobre todo para que esta no llegue a producirse.
Los fondos que el Pacto de Estado contra la Violencia de Género distribuye entre las comunidades autónomas y los ayuntamientos deberían ser destinados en buena parte a este fin, y así sucede en buena parte de los casos, pero es muy importante que todas esas acciones se acompañen además de una evaluación para ver su impacto efectivo y de esta manera atinar en la estrategia. Desde el Parlamento gallego insistimos a menudo en esta cuestión, que nos parece fundamental: debemos trabajar más en la prevención y siempre evaluando resultados para comprobar la efectividad real de las acciones. En materia de violencia machista no hay tiempo ni esfuerzos que perder.
Sobre tu caso en particular, por supuesto deben tomarse las medidas necesarias para garantizar no solo tu seguridad sino tu libertad para vivir tu vida como deseas y sin temor. Espero sinceramente que así sea. No dudes en denunciar cualquier error del sistema que puedas percibir. Tu vida y tu libertad son lo primero en este momento.
Un abrazo, Dori
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Me llamo Noelia, aunque todo el mundo me llama Dorinda o Dori, tengo 28 años y soy de Boqueixón (A Coruña). A los 19 inicié una relación con quien más tarde sería mi maltratador y mi asesino. Como todas las relaciones con violencia de género, todo empezó de forma muy sutil. Me fue moldeando como si fuera un bizcocho y, cuando me di cuenta de la situación, ya era demasiado tarde.
A lo largo de los tres años de relación, el maltrato psicológico pasó al físico: primero un empujón, luego un tirón del pelo… hasta llegó a agarrarme el cuello. Llegó un punto en que se le fueron las manos de más e intentó matarme: primero me asfixió y luego me clavó ocho puñaladas en el cuello. Terminé en la UCI y en total estuve dos meses ingresada en el hospital. Tenía 22 años.
Actualmente me dedico a dar charlas a adolescentes para que tanto chicas como chicos se den cuenta de que hay cosas que no son normales. Así se puede detectar cualquier indicio, por sutil que sea, y frenar este tipo de violencia cuanto antes.
Es por ello que quiero dirigirme a las instituciones para que se dé información y herramientas desde los centros escolares, como la educación afectivo-sexual, para prevenir la violencia de género entre los y las adolescentes.
A mi agresor lo condenaron a 10 años de prisión. Han pasado seis desde entonces y ahora, por primera vez, tiene un permiso de 15 días. Él vive a 10-15 minutos de mi casa, y estoy aterrorizada. Un policía me lleva de casa al trabajo y viceversa y de vez en cuando hay una patrulla vigilando.
Esto no es suficiente para mí: necesito tener la certeza en todo momento de que no esté cerca de mí, por ejemplo llevando tanto él como yo una pulsera que garantice que está a más de 500 metros. No digo que él no pueda disfrutar de su permiso, pero yo quiero seguir con mi vida y no me quiero morir. Por eso también quiero pedir que se tomen las medidas necesarias para yo estar segura y llevar una vida normal cada vez que mi agresor esté de permiso.