Pregunta para Eusko Legebiltzarra
Convivo con un cáncer de ovario. El trato del personal sanitario es clave para la evolución de mi estado físico y psicológico. ¿Se incide en garantizarles las herramientas para que puedan desarrollar su trabajo con plenitud?
Me llamo Noelia y vivo en Vitoria Gasteiz. En enero de 2019 di a luz a mi hijo. Yo hacía deporte y no me costó recuperar mi forma física habitual. No tenía barriga, pero cuando llegó verano, me percaté de que me empezó a salir un poco. De entrada, yo lo relacionaba con los excesos de la época, pero en septiembre, noté que el ombligo me empezaba a salir hacía fuera. Decidí hacerme pruebas de embarazo, pero salían negativas, así que fui a visitarme con mi médico de cabecera. Él consideró que como hacía poco tiempo que había sido madre, no había motivo para preocuparse. Pasaban los meses y cada vez me crecía más la tripa, así que decidí volver a visitarme con mi médico de cabecera. Este consideró que podría haber padecido una diástasis abdominal, pero me derivó al ginecólogo para asegurarlo. Me dieron cita en enero de 2020.
Por aquel entonces, yo me sentía cansada y no me apetecía comer, y ya parecía que estuviera embarazada de cinco meses. Seguí haciéndome pruebas de embarazo, pero todas daban negativo, así que el día 29 de diciembre decidí acudir a urgencias en el hospital, ya que notaba que algo no iba bien. Después de hacerme la primera analítica ya me informaron de que los resultados habían salido alterados y de que tendría que quedarme ingresada. Me hicieron un TAC y confirmaron que tenía una masa y que se trataba de cáncer de ovario. También me hicieron una biopsia para definir la patología. El día 2 de enero de 2020, me informaron de que mi cáncer estaba en estadio 3; es decir, avanzado. Me hicieron tres sesiones de quimioterapia y un TAC para valorar la evolución de mi enfermedad. Como la patología no se redujo totalmente, me dieron tres sesiones más de quimioterapia y me operaron. Me quitaron un 99% de masa tumoral, aunque quedaron microimplantes en el colon y en parte del intestino.
Después de esto, estuve un año sin quimioterapia y sin tratamientos, pero con la última revisión rutinaria, se percataron de algún pequeño movimiento que podría ser un anuncio previo a una recaída. Empecé quimioterapia de nuevo. Esta vez el tratamiento es más llevadero. De entrada, la intención es hacer tres sesiones, un TAC de control en diciembre y tres sesiones más. Si el tratamiento no funciona, me lo cambiarán.
Durante todo el proceso de enfermedad me he topado con un equipo médico excelente que me ha tratado en el Hospital de Txagorritxu. Quiero poner en valor el trabajo de todo el personal sanitario que me ha atendido: las enfermeras, los oncólogos, los cirujanos, los ginecólogos, los psicólogos, etc. Les agradezco mucho la paciencia, la delicadeza y el hecho de saber acompañarme siempre; está siendo clave en relación con mi evolución tanto física como psicológica. Considero que es imprescindible que se valore su trabajo y que se les dote a todos de las herramientas necesarias para garantizar que pueden seguir desarrollando su labor de la misma manera que lo están haciendo conmigo, con todos los pacientes que atienden en su día a día. Es por esto que me dirijo a los políticos del Eusko Legebiltzarra, ya que son quienes me representan, para que me lean y me respondan a la pregunta concreta: ¿Se incide en garantizar las herramientas necesarias al personal sanitario para que puedan desarrollar su trabajo con plenitud?