Hola, soy Olga Berardinelly soy una médico de ascendencia chocoana y guajira a la que una consulta médica le partió la vida en dos.

Hace ya un tiempo tuve la oportunidad de atender un paciente sordo, él padecía de diabetes y estaba muy mal controlado así que mi labor era cambiarle las unidades de insulina para que pudiese continuar su tratamiento.

Fue en ese momento que mi vida cambió, el paciente no sabía leer ni escribir y no estaba aplicando la insulina correctamente, por lo que mi obligación era explicarle cómo hacerlo. La imposibilidad de comunicarme con él me llevó a tratar de dramatizar lo que debía hacer y buscar todas las alternativas para explicarle, pero, al día de hoy, no sé si él logró entender lo que trataba de decirle.

Ineludiblemente, después de esa experiencia hice reflexiones sobre qué pasa con los pacientes no oyentes que se enfrentan al mundo “cotidiano” sin garantías ni ayudas. Y más ahora, con la pandemia, ya que muchos de ellos leían los labios y ya no cuentan con este recurso.

Por ejemplo, ¿Qué pasa con una mujer sorda que debe ir al ginecólogo con un acompañante de su familia?, el sentimiento de incomodidad de la paciente al tener que hablar de su intimidad con un familiar presente puede ser un motivo para que prefiera no asistir a la consulta. Por eso, el sistema de salud debería garantizar a los pacientes no oyentes un intérprete que no sea de su núcleo familiar.

Me he preguntado por nuestra empatía y la sociedad “inclusiva” qué pretendemos construir. Por eso, busque la oportunidad de compartir en un colegio de personas sordas en la ciudad de Cali y, gracias a un profesor, estoy compartiendo con los alumnos en sus clases. No hago parte de dicha institución y veo clases típicas de colegios, en lenguaje señas, pero he logrado aprender mucho de ellos. 

Allí supe, por uno de los asistentes, del caso de una chica no oyente que con más de 20 años se enteró de su embarazo ya en etapas avanzadas debido a que nunca supo que podía estarlo por la falta de información que se le compartió sobre salud sexual y reproductiva.

Más allá de buscar ser intermediaria por la comunidad no oyente, porque no necesitan una intermediaria que defienda sus derechos, quiero hacer un llamado a la reflexión sobre nuestras obligaciones con una sociedad inclusiva y no solo esperar a vivir una situación como la mía para cambiar.

¡Quiero pedir tu ayuda para conseguir 350 firmas o más en osoigo.com para que está petición llegue al Congreso de la República y sepamos qué garantías de salud tienen las personas no oyentes en nuestro país!