Pregunta para Congreso de la República del Perú
¿Cuándo se va a mejorar el trato inhumano que recibimos pacientes y familiares en los hospitales del Estado?
Mi nombre es Óscar Barboza, soy padre de Kiara, una niña valiente y fuerte que viene luchando contra una fibrosis quística, cirrosis hepática y diabetes. Mi hija por fuera es hermosa, pero el dolor y el sufrimiento lo lleva por dentro y la está consumiendo poco a poco.
A los 8 años, ella empezó a tener los primeros síntomas. Se puso muy mal y tuvimos que llevarla al hospital. Fue allí que un doctor me dijo que tenía cirrosis hepática, que su hígado había dejado de funcionar y que solo tenía algunos meses de vida. Esa noticia nos destrozo el corazón. Fue el momento más difícil que tuvimos que pasar. Yo rezaba y estaba ya desahuciado. Luego de pensarlo, decidí no quedarme con los brazos cruzados y hacer lo que fuera para salvar a mi hija. La llevé a Lima, al hospital del Niño. Allí la internaron y le hicieron unos exámenes, confirmando la cirrosis hepática.
Mi hija también sufría de una tos constante, de la que no sabíamos su origen. A los 10 años, esa tos se hizo más frecuente, como si se estuviera ahogando. La llevé a un policlínico cercano a nuestra casa. Desde ahí me derivaron a un hospital de alta complejidad y luego a un hospital en Lima. Fue allí me que dieron el diagnóstico de fibrosis quística. Me dijeron que este era un mal congénito, pertenece a las enfermedades raras y que no hay cura. Es una enfermedad degenerativa, todo lo que toca, lo destruye. Pregunté qué podía hacer con mi hija. Solo era paliativo, con nebulizaciones, pastillas, y otras cosas. Yo no supe que más decir, solo escucharlos intercambiar palabras y, al terminar la reunión le dije que sean sinceros conmigo. Que me dijeran lo que iba a pasar con mi hija. Fue ahí que me dijeron que la batalla iba a ser muy dura.
A los 12 años, mi hija vuelve a recaer, ya con la cirrosis hepática y la fibrosis quística. Se le vuelve a complicar el pulmón derecho. Nuevamente su tratamiento. Mi hija recibía su tratamiento cada 3 meses, pero ahora viajamos a Lima más seguido. Le dieron tratamiento, la volvieron a internar y nos fuimos a casa
A los 15 años ella vuelve a caer mal. El pulmón derecho se comprometió totalmente. Adicional a eso, el páncreas dejó de producir insulina, ahora mi hija es diabética. Su médico nos dijo que el tratamiento que estaba llevando no estaba dando mucha efectividad. Nos aconsejo que la lleváramos a otro país, como España o Estados Unidos, porque mi hija aquí estaba perdiendo la batalla.
Durante todos estos años, hemos tenido que pelear por varios malos tratos que ha recibido mi hija. Sinceramente, hay personal que no merece estar trabajando. No se sensibilizan. Nos tratan como si no fuésemos gente. Por ejemplo, hace poco llevé a mi hija al hospital en Lima. Su médico dijo que había que internarla de urgencia. Nos dijo que pasemos por emergencia para que tenga la atención que requería, pero pasamos horas y horas y no nos quisieron atender. El siguiente día fuimos a seguir luchando para internarla y no pudimos lograrlo. El médico solo atinó a decir que nos iba a dar tratamiento para llevarla a casa.
El personal de los hospitales no conoce la realidad de cada padre de familia que va a atenderse. Como yo, son muchos los que ya sufren demasiado con solo llegar a la puerta de emergencias y se encuentran con otro muro tan grande como es el de la indiferencia. ¿Por qué las autoridades no se dan un tiempo y van a ver qué es lo que está pasando realmente? Para que ellos puedan cambiar las cosas, porque la gente se muere esperando. Pasan días y meses para luchar por una cita, y eso no puede ser.
El cambio tiene que darse ya. Con su ayuda lo vamos a lograr, lo único que tienen que hacer es firmar esta campaña haciendo click en “APOYAR” y compartiendo con sus contactos. Si logramos reunir 300 firmas, las autoridades tendrán que responder a través de Osoigo Perú y ayudarnos a todos los padres, madres y pacientes a tener una mejor atención en los hospitales del Estado. Queremos el cambio ahora.