Pregunta para Asamblea de Madrid
Soy Patty Bonet, actriz y albina. ¿Harán más inclusivo el mundo de las artes escénicas, empezando con la contratación de actores con discapacidad y adaptando los teatros y cines?
Mi nombre es Patty, soy actriz, periodista y además soy albina. Al contrario de lo que mucha gente piensa, el albinismo no es una enfermedad, sino una condición genética que afecta a la pigmentación de la piel y provoca deficiencia visual. Yo no me medico ni me trato, nací con una deficiencia de melanina y eso hace que mi piel y cabello sean más claros. A pesar de tener un 17% de visión, he podido hacer una vida completamente normal.
Era muy pequeña cuando despertó en mi la pasión por las artes escénicas. Por casualidad empecé a hacer solfeo, cantando con un coro inclusivo, donde un 50% de las personas que había tenían algún tipo de discapacidad. Así fue como empezó mi amor por el escenario. Yo siempre había sido tímida, pero encima del escenario me olvidaba de todo y me sentía libre. Empecé a hacer obras de teatro en Valencia y a estudiar periodismo, hasta que finalmente decidí mudarme a Madrid para trabajar en distintos medios y hacer algunos castings.
Si para la mayoría de personas no es fácil llegar a Madrid a probar suerte, para los que padecemos discapacidad es aún más complicado. Mi discapacidad reside en la deficiencia visual. Los albinos tenemos una característica en los ojos en los que no tenemos fovea, lo que no nos permite enfocar correctamente y recibir más luz de lo normal. También tengo nistagmo, un movimiento involuntario donde los ojos se mueven de forma rápida e incontrolada. Más allá de no poder conducir u hacer otras actividades que requieran una gran atención visual, siempre he podido hacer lo que he querido y soy igual de capaz que cualquier otra persona.
Decidí perseguir mi sueño de ser actriz, formándome y haciendo varias obras teatrales en Madrid. Una de ellas fue “Cáscaras Vacías” que contaba como en la Alemania nazi se exterminó a gran parte de las personas con discapacidad, y fue representada por personas que también la teníamos.
El problema reside en que, el mundo de las artes escénicas, se considera a las personas con discapacidad como actrices o actores amateurs y no como profesionales. Muchas personas desconfían de nosotros solo por el hecho de tenerla o no dar el perfil porque no es “lo normal” en nuestra sociedad. A mí me han rechazado por el hecho de tener un físico considerado "no normativo", que no entra dentro de los cánones establecidos por la sociedad, e incluso me han dicho que el movimiento de mis ojos no es agradable en cámara. Considero que simplemente es diferente.
En Madrid, el centro de las artes escénicas en España, hay muy pocas obras de teatro en las que podamos encontrar personas con discapacidad o diversidad funcional. La mayoría de obras en los que aparecen, su papel es de “personas con discapacidad” y no un rol en el que la discapacidad quede aparte. Un ejemplo muy concreto es la película “Campeones”, una película estupenda y un gran paso para el cine. Sin embargo, considero que el siguiente paso debería de ser el que e les contrate como actores representando un papel distinto. La verdadera inclusión es que estas personas puedan representar un papel con un conflicto que no tenga nada que ver con la discapacidad.
El mundo de las artes escénicas está muy lejos de ser inclusivo. La contratación de actores y actrices con diversidad funcional no suele suceder, y no hay ninguna ley que lo regule (como suele pasar en el mundo empresarial, donde se incentiva la contratación de personas con diversidad funcional).
Algunos países europeos tienen la normativa de obligado cumplimiento para la contratación de actores y actrices con diversidad funcional, no solo para darles la oportunidad, sino para dar visibilidad a la sociedad y normalizar la discapacidad. Las artes escénicas son un reflejo de la sociedad, y si en ellas no se muestra la discapacidad como algo normal, no lo va a ser para la ciudadanía.
Además de ello, muchos teatros privados y cines de Madrid no suelen estar adaptados para las personas con algún tipo de discapacidad. Para subir al escenario no hay rampas, así como las hay escasas en la zona del público. Incluso en los Goya solo hay escaleras para subir al escenario. Además, al contrario que los públicos, en los teatros privados las personas que padecemos deficiencia visual no optamos a tener una reducción en el precio de la entrada ni al acceso a ciertos asientos que nos facilitan la visión de la obra. Un teatro público no puede dejar al margen a ningún ciudadano.
Siendo Madrid la capital de España y el centro de las artes escénicas en nuestro país, me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid para que tengan en cuenta esta situación y apliquen medidas inclusivas que faciliten la contratación de profesionales de las artes escénicas en las obras de teatro o cinematográficas, para poder darles así una oportunidad y normalizar la discapacidad. También considero que, como espectador, debería de haber una accesibilidad garantizada y una reducción del precio aplicada a las personas que tenemos deficiencia visual.