Podemos decir que los lazos que hoy día existen entre las dos comunidades son innumerables. Tener una historia y un idioma en común hace que sea imposible que la relación no sea algo que está por encima de lo que se ha pretendido marcar oficialmente.

Pero también es cierto que en toda Navarra la relación y el sentimiento no son iguales. Esto se debe por una parte a razones culturales, de cercanía y de intereses, que hacen que ese sentimiento no sea el mismo en el norte o en el sur de la Comunidad Foral. Sin embargo, hay otras razones que no sólo derivan de la lejanía, y que son el resultado de muchos años de frentismo y de fobias del gobierno de UPN hacia todo lo que sonara a “vasco”.

Ahora es el momento de aprovechar la oportunidad que el tiempo está a punto de brindarnos. No tiene sentido pensar en un futuro en el cual nos veamos de espaldas. Navarra está sufriendo consecuencias de esa falta de relaciones tan importantes y tan básicas para su desarrollo y economía como por ejemplo estar fuera de la Euroregión.  Es imprescindible y acuciante terminar con esta situación de ostracismo que padece Navarra.

En lo que se refiere a la parte institucional, y no olvidando de que  todo lo que ha pasado hasta el día de hoy es consecuencia del cerrajón de UPN que ha impedido cualquier posibilidad de entendimiento con la CAV, deberemos formalizar  las relaciones propias de dos comunidades cercanas y que además tienen tanto en común, de una forma sensata, como personas y pueblos adultos que somos.

Es urgente crear un mecanismo de trabajo conjunto. No sé si el nombre más adecuado es Órgano Común Permanente por haber existido anteriormente, u otro, pero sí es necesario  instaurar un órgano con funciones propias que pueda resolver cuestiones tan básicas como atención médica, empleo, cultura, o algo tan simple como la captación de la ETB. Aunque parece increíble, a día de hoy no tenemos resuelto un problema tan barato y sencillo técnicamente como es éste.

Formalizar y convertir en  relación institucional algo que es el día a día entre dos comunidades hermanas, es como todo en la vida, cuestión de voluntad.  Y hasta ahora lo que hemos tenido ha sido lo contrario: voluntad para no hacerlo.

No quiero concluir sin hacer una referencia a esa otra parte de Navarra, la que está enclavada allende los Pirineos, con la que a mí también me gustaría establecer unas relaciones institucionales propias de quien comparte tanto en común, no sólo cultura, deporte e idioma, sino también escudo y nombre.