Me llamo Rafael, resido en Granada y tengo un niño de 5 años con Autismo. Nos dimos cuenta bastante pronto, a eso del año y medio; nació con una malformación en el corazón y hubo que operarlo a los seis meses; poco después nos percatamos de aleteos, constantes movimientos de los brazos… Lo llevamos al pediatra pensando que era sordo, le hablabas y no te miraba.

Gracias a percatarnos tan pronto, pudimos empezar a mover las cosas con tiempo, nos derivaron a Atención Temprana donde recibe tres sesiones semanales de 45 minutos; en esto tenemos suerte, puesto a que en otras comunidades, muchos niños reciben solamente una. A pesar de ello, cuando cumpla los seis años se la retiran y tienes que buscarte la vida.

Ha avanzado enormemente, ahora cuando lo llamas casi siempre te mira, sabes que te está escuchando. Es bastante exquisito con sus rutinas, tiene que realizarlo todo en su orden, y tal vez lo que peor llevamos, es el tema del sueño, duerme bastante poquito para un niño de su edad. Cabe destacar que es muy cariñoso y alegre.

El curso que viene pasa a primaria y necesita un aula específica TEA; en nuestra zona no las hay y nos encontramos a la espera de que implanten una. Nos ha costado mucho que lo valoraran, y cuando lo hicieron, nos insistían en que debíamos llevarlo a uno ordinario. El gran problema es que todas las aulas específicas que hay en los colegios de la zona, están ocupadas, hay otros cinco pequeños en nuestra misma situación. También requerimos que el centro en el que obtengamos plaza esté cerca de nuestra casa, por si pasa algo, podamos cernerlo más a mano.

Necesitamos que amplíen la edad de Atención Temprana, a los 6 años un niño no deja de tener autismo, es fundamental recibirla al menos hasta la adolescencia o la mayoría de edad. Finalmente, es fundamental que implanten aulas específicas TEA en más centros, y que haya plazas para todos los niños; no podemos seguir permitiendo que haya niños que se queden sin ella cuando es algo imprescindible para su desarrollo.