Pregunta para Congreso de los diputados

El cáncer de ovario la primera causa de mortalidad por cáncer ginecológico en España: ¿Cuándo existirá un protocolo nacional de acción y detección contra esta enfermedad?

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Mi nombre es Rocío, tengo 30 años y desde hace tres me he enfrento a un cáncer de ovario en estadio 4. Desde Torrox, Málaga, escribo hoy estas líneas, para llevar a otros ojos mi vivencia, y para hacer de ella un mecanismo de visibilización de esta enfermedad, sobre la que existe un gran desconocimiento y muchas zonas oscuras.

Conocer mi pasado y mi historia creo que será la mejor forma de que después entendáis mi causa, o nuestra causa, porque hablamos de una causa común. Y hoy encarno la lucha de muchas mujeres, pacientes de cáncer de ovario, que alzan la voz junto a mí para reivindicar principalmente dos cosas: más investigación y mejores instrumentos de detección del cáncer de ovario.

En el año 2020 se diagnosticaron más de 3543 casos nuevos de cáncer de ovario en España, y 1993 mujeres -según datos de la AECC- fallecieron a causa de esta enfermedad. Una elevada tasa de mortalidad que se explica por el diagnóstico tardío, la falta de síntomas específicos y la ausencia de métodos eficaces de detección. 

Hablamos de una enfermedad de baja incidencia, pero alta mortalidad, que ataca a mujeres no solo en edades tardías, como casi todos los profesionales aseguran, sino también a mujeres jóvenes y en edad fértil. Y, sin embargo, muchas de estas pacientes no saben que la padecen porque se menosprecian los síntomas y apenas son perceptibles. 

Ante este asesino silencioso, necesitamos unidades y profesionales especializados en toda España. Hablamos de una enfermedad que no manifiesta sus síntomas, o lo hace en una etapa muy avanzada, y cuando la enfermedad ya es difícil de tratar. No existen, a día de hoy, mecanismos de detección de la enfermedad efectivos y al alcance de todos los centros. Tan solo se detecta la enfermedad a través de ecografías vaginales o del análisis de la hormona CA-125, y solo se persigue analizar dicha hormona cuando el profesional médico sospecha estar ante un caso de cáncer de ovario. 

En mi caso, detectaron la enfermedad a raíz de un bulto en el músculo pectoral, donde presenciaron células ováricas malignas. Recibí sesiones de quimioterapia, con las que sigo a día de hoy -aunque menos agresivas y a modo de mantenimiento- y me sometí a una histerectomía radical (extirpación del aparato reproductor femenino). Se trata de una compleja intervención que no siempre pueden realizar profesionales de cirugía general. Por lo tanto, no solo se vuelve necesaria la presencia de ginecólogos especializados, sino que existe la necesidad de un protocolo nacional multidisciplinar. 

Y, por último, tan solo una palabra: INVESTIGACIÓN. Necesitamos inversión pública para reducir el índice de mortalidad del cáncer de ovario, así para incrementar las posibilidades de detectar en una etapa temprana la enfermedad. 

Por todo ello, ¿cuándo se investigará y se invertirá en mecanismos de detección del cáncer de ovario? Extiendo mi petición a ustedes, políticos con representación en el Congreso de los Diputados, para que actúen en consecuencia. Espero su respuesta. 

Y, por último, daros las gracias, a todos vosotros, amigos, familiares, conocidos, que apoyáis nuestra causa y os unís a nuestra lucha, y difundiendo esta petición. 

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