Me llamo Rocío y he superado un cáncer de cuello de útero causado por el Virus del Papiloma Humano (VPH).

Con 33 años decidí someterme a una revisión ginecológica, ya que estaba intentando quedarme embarazada. Los resultados salieron bien, pero no llegaron a realizarme la prueba de detección del Virus del Papiloma Humano, algo que considero fundamental al tratarse de una enfermedad que en algún momento de su vida contrae el 80% de la población sexualmente activa.

Al poco tiempo me quedé embarazada y empecé a sufrir fuertes hemorragias, por lo que decidí ir a urgencias. Tras examinarme, me dijeron que tenía un tumor que se veía a simple vista. Me hicieron una biopsia con la que me confirmaron que se trataba de un tumor maligno que hacía que mi embarazo no fuese viable.

A continuación, me recibió una oncoginecóloga que me informó de que el tratamiento a seguir constaría de quimioterapia, radioterapia y, por último, braquiterapia. Decidió derivarme al Hospital 12 de octubre, en el cual seguí todo este protocolo. Por último, tendrían que inducirme un parto para extraer el feto sin vida.

A día de hoy estoy recuperada, pero durante todo el proceso eché muy en falta el recibir atención psicológica, así como cierta empatía por parte de algunos de los profesionales que me trataron, pues aunque soy consciente de que las cosas deben comunicarse de forma clara y transparente, hay formas y formas de hacerlo. En mi caso, además de enfrentarme a un cáncer y a todos los miedos e incertidumbres que esta enfermedad conlleva, perdí a un hijo que estaba buscando.

Por ello, con esta iniciativa pido a la Asamblea de Madrid que destine más recursos a la investigación del cáncer, a la detección precoz del VPH y a la atención psicológica de los pacientes oncológicos.