Pregunta para Congreso de los diputados
Convivo con síndrome de Sjögren y depresión, entre otras afecciones. ¡El Tribunal Médico quiere darme el alta para trabajar, pero tengo enfermedades que me incapacitan para llevar una vida normal! ¡Si vuelvo al trabajo, me matan en vida!
Hola. Me llamo Rosa, tengo 46 años y padezco síndrome de Sjögren, fibromialgia, artritis reumatoide, migraña crónica, depresión y agorafobia. Además, tengo cólicos en el riñón.
La depresión me la diagnosticaron cuando tenía 17 años, momento en el que intenté quitarme la vida -posteriormente, también lo he intentado-. He sufrido maltrato psicológico por parte de mi madre. Esta situación fue así hasta que mi padre falleció. En ese momento, rompí lazos con ella, pero ya fue mi hundimiento.
Llevo desde pequeña padeciendo dolores de piernas, tuve reuma en la sangre y tengo dolores en la espalda y brazo derecho. Los médicos siempre han relacionado estos dolores, primero con la posición de estudiar y segundo, con los trabajos que he tenido. Llevo 20 años trabajando en la limpieza y mi médica de cabecera me decía que esos dolores eran del trabajo, hasta que se jubiló y la nueva médica vio mi historial: 18 años con gotero por migrañas, cólicos y bajas cortas por dolor.
Con estas patologías, mi vida ha dado un giro de 360 grados porque conforme avanza la enfermedad, ya no puedes hacer nada. Al acompañarme la depresión con la agorafobia, he llegado a estar meses sin salir de mi habitación. Iba a trabajar con muchísimo dolor y mucho cansancio, no rendía como quería porque el dolor era insoportable. Te preguntas qué te pasa, pero luego se suman otros factores como el cansancio extremo y, peor, el bullying.
Actualmente estoy mal, siempre estoy triste y me he aislado del mundo desde la muerte de mi padre. Además, algunos profesionales sanitarios no te dan la confianza suficiente y hacen que te sientas peor aún. Yo tuve un psicólogo muy mal educado al que cogí miedo. Me dio el alta porque no le hacía caso, en las sesiones solo hablaba él y solo quería redacciones de sus sesiones.
A nivel social, también he tenido que vivir momentos desagradables. En un evento que tuve, empecé a encontrarme cansada y mis piernas no aguantaban más. Ante esto, empezaron a chillarme diciéndome que “eso estaba todo en mi cabeza”. Quería morirme y salir de allí.
Vivir con varias enfermedades no es nada fácil, pero lo peor es que la sociedad te lo pone aún más difícil todavía. Debería haber más empatía y no crear una situación en la que las personas con enfermedades similares a las mías nos encerremos en nosotros mismos y no relacionarnos con nadie más por el miedo al que dirán.
Por todo lo plasmado, lanzo la siguiente petición al Congreso de los Diputados para que haya más visibilidad e investigación para el síndrome de Sjögren, la fibromialgia y el resto de enfermedades invisibles.
De igual forma, me gustaría que los médicos tuvieran más empatía y que miraran a los ojos de sus pacientes y vean el sufrimiento que pasamos.
Por último, necesitamos que se invierta más en salud. En agosto, posiblemente, me den el alta y será cuando me matarán en vida. No puedo trabajar en mi situación. Yo no elegí tener estas enfermedades, no quiero tener dolor, migrañas, depresión, cansancio crónico… Quiero estar sana, poder hacer una vida normal y no depender de un Tribunal Médico que decida por mi vida.
Se han certificado muchas incapacidades a personas que no lo necesitaban y lo verdaderos enfermos, como es mi caso, tenemos que estar con el miedo de saber qué se decidirá sobre nosotros. ¿Qué hacemos? ¡No deberían crear más situaciones horribles para nuestras vidas! Por eso, lo que necesito es que la Seguridad Social reconozca mis enfermedades. Si vuelvo al trabajo, me matan en vida.