Pregunta para Parlamento de La Rioja
Como consecuencia de una intervención ginecológica, llevo dos años sin hacer vida normal. ¿Por qué la Seguridad Social no cubre los tratamientos relacionados con el dolor crónico?
Hola, me llamo Sandra, tengo 47 años y desde hace dos sufro dolor crónico. Todo empezó con una operación que tuve que llevar a cabo por la vía privada, ya que en la Seguridad Social le restaban importancia. Sufría adenomiosis, tenía anemia constante y sangrados que no eran normales.
Tras no sentirme bien con el trato de los médicos de la Seguridad Social, decidí ir a un ginecólogo privado. Allí me dijeron que me tenían que operar y quitar el útero y las trompas. En un primer momento después de la intervención, todo parecía ir bien, sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, notaba como mi cuerpo no se recuperaba.
Habían aparecido dolores que antes no tenía y cada vez eran más insoportables. Fui a otro especialista para tener una segunda opinión y me informaron de que en la operación me habían tocado 3 nervios distintos y por eso sufría de tanto dolor. Estos dolores habían empezado en el lado izquierdo de la tripa y ya llegaban, y llegan a día de hoy, hasta la rodilla izquierda.
Me enviaron a la unidad del dolor y allí probaron diversos tratamientos sin tener muy en cuenta mi opinión/sensación al respecto. Sentía como que estaban siguiendo un protocolo sin tener en cuenta mi caso en concreto. Nada funcionaba y me trasladé a otra unidad del dolor. Ahora, por fin, he dado con el especialista que buscaba. Un médico empático que se nota que hace todo lo que está en su mano por aliviar el dolor particular de cada paciente.
Desde hace dos años, no puedo hacer vida normal, no obstante, tengo que lidiar con la incomprensión social con frases como: “Si no se te ve tan mal”. Es lo que tiene tener una enfermedad invisible, porque al fin y al cabo el dolor crónico es lo que es, una enfermedad. No puedo hacer ejercicio, cuando antes sí que lo practicaba, no puedo ponerme vaqueros porque me provocan mucho dolor y, lo que más me duele, no puedo coger a mi nieta de ocho meses tanto como me gustaría.
Ahora, estoy esperando el juicio del tribunal médico, pues llevo dos años de baja habiendo probado un total de cinco tratamientos y ninguno de ellos con éxito. Lo único que pido es que la Seguridad Social empiece a valorar más las sensaciones y los dolores que explican los pacientes, porque si desde un primer momento me hubieran atendido y hecho todas las pruebas necesarias, podrían haber evitado todo el sufrimiento que me está tocando vivir. También que cubran todos los tratamientos que necesitamos las personas que padecemos este tipo de patologías. Los tratamientos son muy caros y no todo el mundo se los puede permitir. No es justo que dependiendo de tu nivel socioeconómico puedas tratar tu enfermedad o no.
También, a las personas que conviven o tienen en su entorno un caso como el mío, me gustaría pedirles comprensión. Hay enfermedades que son invisibles y no por ello menos dolorosas y que alguien ponga en duda nuestro dolor nos hace sufrir todavía más.