Pregunta para Asamblea de Madrid

Me llamo Sara y sufro de ansiedad, depresión y estrés. ¿Por qué el sistema educativo sigue sin tener en cuenta aspectos básicos y prácticos para el futuro, como la gestión de las emociones?

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Sara Amalur Pregunta de Sara Amalur

Me llamo Sara, soy de Madrid y tengo problemas de salud mental, combinando desde los últimos años episodios de estrés, ansiedad y depresión. Muchas veces se cree que los problemas de salud mental solo están relacionados con eventos muy traumáticos, pero no tiene por qué ser necesariamente así.

Un evento puede ser más o menos doloroso, pero lo que importa no es el evento en sí, sino cómo lo percibe la persona. En mi caso, creo que ser una persona altamente sensible hace que yo haya vivido de una forma traumática algunos de los acontecimientos de la vida que, para otras personas, son fáciles de superar.

Cuando tenía 16 años me marché a estudiar un año a Estados Unidos y, cuando volví, la convivencia en casa fue muy difícil. Sentía que no se respetaba ni mi espacio ni las decisiones que tomaba. Todos los padres tienen una expectativa sobre cómo va a ser la vida de su hijo, y la realidad es que muchas veces nuestras propias expectativas como hijos son otras. Eso acaba generando un sentimiento de culpa tremendo por no estar a la altura, y a la larga deriva en que en tu vida de adulto nunca te sientes suficiente.

Con los años he entendido que muchas de las decisiones que he tomado a lo largo de mi vida las tomé para sentir que estaba a la altura de esas expectativas, y no por mí. El mejor ejemplo es que empecé a estudiar Telecomunicaciones, cuando más tarde se hizo evidente que tenía que tirar por el camino del arte y la creatividad, que es donde residen mi pasión y mi talento. 

Estudiar una carrera tan compleja habiéndome perdido el año completo de primero de Bachillerato hizo que aprobar fuera bastante difícil. Toda la presión externa e interna por aprobar a toda costa y el hecho de que yo pusiera todo mi esfuerzo sin resultado alguno afectó de forma terrible a mi autoestima y a la percepción que yo tenía de mí misma. Desde entonces no he podido recuperar la confianza plena en mí y en mis capacidades. El nivel de estrés al final del curso era tal que se me paralizó media cara.

He tenido periodos en los que me he sentido muy perdida. Hace un par de años tenía un buen trabajo estable, con flexibilidad y unas buenas condiciones. Sin embargo, sentía que aquello no era lo que quería hacer con mi vida. Con el paso de los meses mi ausencia de propósito me llevó a padecer depresión y ansiedad. Imaginad ir al trabajo llorando, trabajar temblando, y que las personas cercanas que te rodean te digan que es normal. Terrible, desesperanzador que vivamos en un mundo que cree que eso es verdad. Decidí marcharme y tomarme un momento para parar.

En aquel período, me especialicé en diseño y cuidé de un niño pequeño. Estar con él me hizo ver la luz entre tanta oscuridad: entendí que no quiero que ni él ni ninguna persona tenga que pasar por algunas de las experiencias que hemos pasado muchas personas de mi generación, los famosos millennials. Las cifras de personas que padecemos enfermedades mentales no paran de subir cada año. El origen de estas enfermedades que luego tienen lugar en la vida adulta se encuentra a menudo en las etapas de infancia y adolescencia, por lo que probablemente sea en esas edades donde más haya que reforzar a los niños y a las niñas para que puedan convertirse en personas con una buena autoestima, capacidad crítica y entendimiento y control sobre sus propias emociones. También creo que, como adultos, debemos intentar condicionar lo mínimo posible a los pequeños. De esa forma no crecerán con una contradicción interna entre lo que son y lo que los demás quieren que sean.

Considero que desde los colegios es importante dar las herramientas para trabajar el crecimiento personal, aprender a entender y gestionar las emociones. Me habría gustado aprender a trabajar todo esto cuando era pequeña, creo que me habría evitado algunos de mis problemas como adulta.

También creo que es importante que el sistema educativo evolucione, ya que sigue sin adaptarse a la realidad que vivimos, tanto a nivel tecnológico como a nivel humano. No me sentí acompañada para darme cuenta de que lo que quería hacer era dedicarme al arte, ni por parte de mis padres ni de mis profesores. Acabé creyéndome que una carrera y un empleo creativo no pueden darte de comer. Como mucha gente, pienso que la enseñanza debería adaptarse a las capacidades y habilidades de cada alumno, y no tener un único sistema para todos. Somos personas, somos diferentes y esta es una forma injusta y errónea de juzgar las capacidades y el potencial de las personas.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros de la Asamblea de Madrid, ya que soy de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que se haga un cambio en el sistema educativo en el que se tengan en cuenta los talentos naturales de cada alumno, así como el autoconocimiento y la gestión de las emociones.

Es evidente que hay eventos que no se pueden evitar, y en un momento u otro algo nos acabará afectando en mayor o menor grado, pero también creo que hay dinámicas que se pueden cambiar para evitar que la pandemia de las enfermedades mentales se siga expandiendo.

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