Pregunta para Asamblea de Madrid
Me llamo Sara, estoy embarazada y tengo cáncer de mama: ¿Se podría, mediante comunicación a la ciudadanía, intentar paliar el miedo que da el diagnóstico e insistir en la importancia del diagnóstico precoz?
Me llamo Sara, tengo 42 años y vivo en Madrid. Ser madre nunca entró en mis planes pero en agosto del año pasado me quedé embarazada por sorpresa. Poco después tuve un aborto espontáneo pero esas pocas semanas fueron suficientes para que mi pareja y yo entendiéramos que ese embarazo había dejado una semilla en nosotros. Decidimos intentarlo; tuvimos suerte un par de meses; después volvía a estar encinta.
Sin haber confirmado aún la gestación, en noviembre, en una autoexploración rutinaria me noté un bulto en el pecho, mi madre tuvo cáncer de mama lo que desencadenó que yo ya me viniera haciendo mamografías periódicas desde mucho antes de la edad estipulada. El 1 de diciembre tenía una mamografía de revisión ya programada; al llegar le comenté a la enfermera que tenía un par de días de retraso en el periodo, inmediatamente se encendieron las alarmas y no me pasaron por el mamógrafo, no hizo falta, con una ecografía fue más que suficiente para confirmar la presencia de esa masa… Todo fue muy rápido, una semana después me biopsiaron y diez días más tarde tenía mi diagnóstico: Carcinoma ductal infiltrante y un embarazo confirmadísimo. Tengo mucha suerte, mi tumor es de los más habituales, con receptores hormonales (mejor tenerlos que no tenerlos, dicen) y detectado a tiempo.
No voy a decir que haya sido todo miel sobre hojuelas: un embarazo pasados los 40 ya conlleva un riesgo implícito y si le añadimos la palabra cáncer, la confusión aumenta. Enseguida me informaron que el tratamiento, debido al embarazo, iba a ser más agresivo por esfumarse la posibilidad de hacer pruebas diagnósticas de imagen, para no dañar al feto cualquier radiación está prohibida, no pueden ver si hay metástasis en algún otro punto. La decisión consensuada con el equipo médico multidisciplinar fue realizar una mastectomía radical unilateral sin reconstrucción como comienzo del tratamiento. El 25 de Enero me operaron con éxito si bien descubriendo durante la cirugía que había metástasis en los ganglios axilares, me extirparon toda la cadena. De nuevo hubo suerte, sólo estaban afectados 5 de los 19 que me extrajeron. Parece que hemos pillado al tumor infraganti justo cuando intentaba huir del pecho para buscar nuevos horizontes. Pero eso sólo podremos confirmarlo después de dar a luz.
La recuperación de la cirugía ha sido muy llevadera y un mes después de la operación empecé con la quimioterapia. Obviamente hay efectos secundarios: cansancio, cefaleas, alopecia… Pero son razonables, sigo con mi vida y sigo con mi embarazo, aún me quedan 14 ciclos antes de que me provoquen el parto, pero estoy muy animada y muy agradecida del trato recibido hasta el momento por todo el personal médico.
Esta experiencia me ha hecho darme cuenta de que este diagnóstico genera pánico en la población. He echado en falta una normalización de la enfermedad. Sin quitarle hierro hay que decir a la gente que es una dolencia y como cualquier otra conlleva un tratamiento que quizás en este caso está más estigmatizado pero que cura en la gran mayoría de los casos. Del cáncer se sale, el diagnóstico es el comienzo de un camino, no el final. Y es más se puede ser feliz incluso durante este camino.
Con información verídica hay que fomentar que la gente no tenga miedo del diagnóstico y que delante de cualquier síntoma visite al servicio médico correspondiente, incluso en medio de una pandemia, ya que un diagnóstico precoz sigue siendo la mejor baza que tenemos para aumentar las probabilidades de curación. Me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan, para preguntarles ¿por qué no se hacen campañas, que lleguen de verdad al público, de visibilización del cáncer, normalización del diagnóstico y de concienciación, una vez más, sobre la importancia del diagnóstico precoz?