Pregunta para Parlamento de Andalucía
Me llamo Sara y, antes de tener a mis dos hijos Lola y Mario, sufrí la pérdida de otros dos, Edu y Carmen. ¿Cuándo habrá un protocolo para pasar el duelo por muerte gestacional, perinatal o neonatal, así como abortos inducidos por indicaciones médicas?
Me llamo Sara, soy de Málaga y tengo dos hijos que se llaman Lola, de tres años, y Mario, de casi dos meses, mis dos grandes arcoíris. También soy madre de dos ángeles, Edu y Carmen, cuya pérdida fue y sigue siendo muy dura.
Tuve a Edu en mi vientre durante 40 semanas y, a las pocas horas de nacer por cesárea, falleció a causa de una cardiopatía. Sé de mujeres que han sufrido una muerte gestacional, perinatal o neonatal y han tenido que estar en la planta de maternidad, y es muy duro perder a un hijo y estar en un entorno donde hay recién nacidos. En mi caso, estuve en la planta de oncología para recuperarme de la cesárea, y les estoy muy agradecida por ello.
Sin embargo, me habría gustado tener un acompañamiento más enfocado a este tipo de duelo, ya que la psicóloga que me atendió era especializada en oncología. Por suerte, mi matrona me dio el número de una asociación, y ahí sí que me acompañaron, pero todo esto fue por casualidad, porque mi matrona lo conocía, pero en el servicio público no hay un protocolo con servicios especializados en este tipo de duelos.
En el caso de Carmen, fue una experiencia incluso más dura que la de Edu. Como él había fallecido por una cardiopatía, durante el embarazo de Carmen me estuvieron controlando mucho. Por desgracia a las 20 semanas, en plena mitad del embarazo, me dijeron que Carmen nacería también con problemas cardiacos, y que nos aconsejaban abortar para que no sucediera lo mismo que con Edu, lo que se denomina aborto terapéutico, es decir, un aborto inducido justificado por razones médicas.
Fue muy duro tomar la decisión, yo ya había sentido a Carmen moverse dentro, y estaba en una fase del embarazo bastante avanzada. Lo peor de todo fue que, como el bebé seguía vivo, no pude abortar en el hospital, sino que me derivaron a una clínica. Allí compartí espacio con otras mujeres, muchas de las cuales querían abortar de forma voluntaria. Por supuesto, no juzgo a nadie por hacerlo, pero fue duro oír ciertas conversaciones, y creo que mi caso era muy diferente y que se debería haber abordado de otra forma. Además, solo había un médico para todas las que estábamos allí, la espera fue muy larga y las instalaciones no me inspiraron nada de confianza.
En general, me sentí muy incómoda y nada acompañada. Los profesionales decían “sacar el producto” cuando se referían a Carmen, lo que me pareció un trato muy poco humano. A pesar de que mi procedimiento fue muy doloroso, ya que tuve que tener contracciones y dilatarme para que me sacaran a Carmen, como si fuera un parto, no me ingresaron, me enviaron para casa en el mismo día, sin ningún acompañamiento.
Toda esta serie de experiencias traumáticas, aparte de dos abortos espontáneos que tuve, hicieron que luego, cuando estuve embarazada de Lola y de Mario, lo pasara verdaderamente mal. Estaba muy asustada, tenía miedo de volver a pasar por todo aquello, pero afortunadamente los dos embarazos fueron bien y los dos salieron muy sanos.
Ante esto, me quiero dirigir a los miembros del Parlamento de Andalucía, ya que soy de Andalucía y son mis representantes en dicha cámara, para que se establezca en los hospitales un protocolo de acompañamiento y seguimiento especializado en muerte gestacional, perinatal y neonatal, así como en abortos terapéuticos.
Cuando me pasó todo eso, me sentí muy sola, pensaba que era la única a quien le pasaba, que yo tenía algún problema. Luego, hablando con la gente, me di cuenta de que pasa mucho más a menudo de lo que se cree, y que mucha gente sintió lo mismo que sentí yo. Creo que es importante romper este silencio, ya que callarlo no hará desaparecer el duelo, sino que sea más duro.