Me llamo Silvia, soy de Madrid y tengo un hijo de dos años que se llama Marco. Cuando tenía unos ocho meses, empezó a tener espasmos en periodos de 30-40 minutos, y pensamos que aquí pasaba algo. Lo llevamos al neuropediatra, pero nos dijo que había que esperar hasta que cumpliera el año, ya que era demasiado pronto para dar con un diagnóstico. Volvimos cuando cumplió el año, pero nos volvieron a decir lo mismo, que teníamos que esperar.

Cuando tenía 18 meses sí que empezamos a ver un retraso en el desarrollo, pero seguían diciéndonos que esperáramos. Entonces empezó el confinamiento. Ahí vimos que desaprendía cosas que había aprendido: dejó de ponerse de pie y dar pasitos para volver a gatear, dejó de jugar con algunos juguetes… Pensamos que, al no tener estímulos, podía ser normal que le costara más hacer progresos.

Un día vinieron dos niñas de nuestra familia y ahí sí que concluí que había algo que no cuadraba: Marco, después de meses confinado sin ver a nadie, ni se inmutó cuando llegaron, ni siquiera las miró. No hubo ningún tipo de reacción, ni buena ni mala, las ignoró completamente. Fue entonces cuando lo llevamos a hacer pruebas y finalmente en junio nos dieron el diagnóstico.

Tan pronto como supimos que Marco tiene trastorno del espectro autista (TEA), nos pusimos en marcha para llevarlo a terapia, fue todo muy rápido. También lo empezamos a llevar a terapias con animales, como la equinoterapia, ya que veíamos que se sentía mucho más cómodo interactuando con animales, como nuestra perra.

A partir de ahí descubrimos una asociación que trabaja con perros de asistencia especializados para niños con TEA. Aunque no sean tan conocidos como los perros guía, son una herramienta muy beneficiosa para niños como Marco. Ayudan a evitar conductas como fugas, autolesiones, agresiones, ataques de pánico, y a mejorar sus habilidades sociales.

Es por eso que para nosotros es importantísimo que Marco tenga un perro de asistencia. Además, al ser tan pequeño y estar en pleno proceso de desarrollo cognitivo, un perro puede ayudarle a prevenir conductas que de momento no presenta. Al fin y al cabo, ayudará a tener un mejor pronóstico del trastorno.

Las asociaciones que trabajan con estos perros no reciben ningún tipo de ayuda por parte de la administración pública, pero todo el entrenamiento y la preparación tiene un coste muy alto. Por eso estamos haciendo una recaudación para poder pagar un perro de asistencia para Marco, que en principio lo tendrá después de verano de 2021.

Es por esto que me quiero dirigir a los miembros de la Asamblea de Madrid, ya que soy de Madrid y son mis representantes en dicha cámara, para que se financie la formación de los perros de asistencia para niños con TEA, así como lanzar campañas para darles más visibilidad.

Está demostrado que los perros de asistencia son una herramienta muy positiva para los niños con TEA, ayuda tanto a los niños como a su familia. Además, pueden prevenir conductas que podrían tener graves consecuencias, por lo que no es ningún capricho, es un servicio que debería ser esencial.