Me llamo Soraya Huerta y quiero reivindicar y visibilizar la importancia de que exista un protocolo oficial  frente a la muerte gestacional, perinatal y neonatal a nivel nacional. Hace pocos meses se llevó al Congreso una campaña de firmas solicitando que se implanten bajas por duelo gestacional para los padres y madres que sufren la muerte de sus bebés, independientemente de las semanas de gestación, y la comisión de trabajo del Congreso aprobó una Proposición no de Ley. Pero lleva tiempo solicitándose un protocolo de actuación para los hospitales en estos casos y la respuesta no llega. Cuando una familia se enfrenta a la muerte de su bebé durante el embarazo o poco después de él, todo depende de qué profesional les toqué y de si tiene más o menos tacto con el tema, pero no es algo que esté regulado. 

Hace 4 años viví muy de cerca el caso de mi cuñada, cuyo bebé murió en la semana 39 de gestación. Desde entonces he estado investigando y formándome sobre el tema. He descubierto que sí existe un protocolo de actuación que se aprobó en la Comunidad Autónoma de Galicia, pero no hay nada a nivel nacional. A pesar de que se ha insistido en la necesidad de que exista un protocolo de actuación sanitaria y psicológica para los casos de muerte perinatal en España, todavía no se ha hecho nada al respecto. 

Hay hospitales en los que sí se están dando formaciones y concienciando sobre las necesidades que tienen las familias con casos de muerte perinatal. Se les informa de que disponen de un tiempo y espacio para despedirse de sus bebés, les permiten crear cajas de recuerdos y les dan facilidades para que puedan gestionar mejor el duelo. Pero no se ha instaurado ninguna medida oficial y se actúa sobre la marcha. 

Para la sociedad, el tema de la muerte sigue siendo tabú pero en ese momento, una familia que acaba de tener un bebé que ha nacido sin vida o que sabe que va a morir, necesita estar con él o ella el tiempo que necesite. Hay hospitales que cuidan y respetan ese momento de despedida, pero depende en muchas ocasiones del profesional médico que les atienda. 

1 de cada 4 embarazos finalizan con un bebé que muere durante el mismo o poco después de él. Un porcentaje demasiado alto para que todavía no existan protocolos que lo regulen a nivel estatal. Los embarazos y los partos parecen estar muy idealizados y se habla poco o nada de la muerte perinatal, gestacional o neonatal. Todo el mundo espera vida y felicidad, pero por desgracia hay muchas ocasionas en las que esto no sucede así y estas familias no están siendo acompañadas de manera adecuada, en parte porque no hay concienciación al respecto. El hecho de que sea un tema silenciado, hace que muchas familias se encuentren con ello sin saber que esto puede pasar.

Cuando murió mi sobrino, mi cuñada estaba embarazada de 39 semanas. En uno de los controles del final del embarazo vieron en la ecografía que no había latido y la trasladaron al hospital para que diera a luz a su hijo sabiendo que estaba muerto. Dio a luz en un paritorio en el que todas las madres estaban pariendo a niños vivos y después fue trasladada a una sala en la que compartía habitación con otras madres que atendían a sus hijos vivos. Psicológicamente fue algo muy duro para ella. 

A los 20 días de aquello yo me enteré de que estaba embarazada y mi embarazo estuvo muy marcado por la muerte de mi sobrino, lo viví con miedo y angustia porque pensaba que también me podía pasar a mí. Cuando sentía que no se movía mucho o cuando me tocaba ir a una cita médica, siempre pensaba que me podían dar una mala noticia.

Durante los siguientes años leí mucho sobre el tema y continúo haciendo formaciones relacionadas con la muerte perinatal pero cuando empecé a buscar algún cuento para explicarle a mi hijo lo que había sucedido, no encontré nada. Yo quería que mi hijo supiese que había tenido un primo y que murió antes de nacer.

En ese momento me planteé escribir un pequeño cuento infantil, que hoy es una realidad, se llama ‘Bebé Estrella’ y con él pretendo dar visibilidad a la muerte perinatal, también entre los más pequeños. Aunque no lo haya vivido en primera persona, es algo que creo que hay que visibilizar y trabajar para que deje de ser un tabú en la sociedad. Durante mis dos embarazos, ningún profesional de la salud me habló de que había posibilidades de que mis hijos pudieran morir. Las familias que sufren la muerte de sus bebés, en muchas ocasiones se sienten abandonadas tanto por los profesionales de la salud, como por personas de su círculo social más cercano. Su duelo es un duelo invisible y poco respetado.

Por todo esto, pido a los políticos y políticas del Congreso de los Diputados que se comprometan a crear un protocolo de muerte perinatal a nivel nacional en el que se unifiquen los criterios de actuación en todos los hospitales de España y se incluya atención psicológica para ambos progenitores en el proceso del duelo físico y mental. Además de aportar formación para los profesionales médicos sobre el tema y que así tengan las herramientas adecuadas para actuar.