Nunca me habría imaginado que a mis 47 años me convertiría en toda una especialista del cáncer. Pero la vida es así, te antepone a tus fantasmas y los peores monstruos, te obliga a recomponerte y seguir, cualquiera que sea aquello a lo que debes enfrentarte. 

Mi nombre es Susana, soy de Cambrils (Tarragona) y hace unos meses me diagnosticaron cáncer de mama. Todo comenzó con unas pequeñas molestias en el escote y una mamografía rutinaria a finales de abril. Unos valores alterados me obligaron a pasar por más pruebas y entonces la mala noticia llegó. Allí estaba. En el momento menos oportuno. Con dos hijos adolescentes, de 15 y 18 años, nunca es buen momento, pero cuando se junta con exámenes finales, graduaciones, viajes de fin de curso y una consecución de novedades de la juventud… se vuelve aún más difícil. 

Pero el diagnóstico estaba ahí. Tenía un cáncer de mama proteínico, no hormonal, como el que afecta al 80 % de la población actualmente. Recibí la primera sesión de quimioterapia a finales del mes de junio y entonces irrumpieron los fuertes efectos colaterales del agresivo tratamiento. Una sola sesión fue suficiente para percibir cansancio, malestar, sequedad… Entonces fue cuando me planteé poner remedio a aquello, puesto que sino aquella sensación me acompañaría tras cada sesión. 

Decidí buscar e informarme acerca de las terapias complementarias, que no se contemplan en la Seguridad Social. En mi investigación, un oncólogo de Barcelona me derivó a otra oncóloga retirada que pautaba un tratamiento de vitamina C intravenosa. Accedí y a día de hoy creo que es una de las mejores decisiones que he podido tomar tras el diagnóstico. Considero que me ha ayudado en gran medida a contrarrestar los efectos de la quimioterapia y tratar de aplacar este tumor. ¿Por qué no se subvencionan este tipo de terapias y se incluyen en el cuadro oncológico? Desde mi experiencia creo que, si los pacientes oncológicos tuviéramos acceso a este tipo de terapias desde la Sanidad Pública, y de forma complementaria a los tratamientos, el proceso se haría menos arduo y doloroso. 

De mi propia iniciativa también me ha nacido cuidar con esmero la alimentación y el ejercicio físico durante el tratamiento. Algo esencial a lo que, desde mi punto de vista, los médicos no otorgan la importancia que me merece. Gracias a la Fundación UAPO el deporte y la nutrición pautada durante la enfermedad se está democratizando. Ellos han puesto en marcha un proyecto que brinda apoyo físico, ofrecen ese acompañamiento y tratamiento complementario que requiere un diagnóstico oncológico: acompañamiento nutricional, físico y la presencia de un entrenador de forma continuada. Me planteo entonces: ¿Cuándo se podrá implantar un servicio como tal en todas las provincias de España? ¿Cuándo se contará con el apoyo institucional para ello? 

Hace apenas unos días me sometí a cirugía y recibí buenas noticias. El tumor ha reaccionado muy bien a la quimioterapia, y los ganglios que analizaron salieron negativos. Estoy a la espera de los resultados del resto de parámetros y entonces comenzaré con radioterapia, con la que espero poner fin a este camino. No puedo estar más agradecida con la Sanidad Pública por el impecable tratamiento y la seguridad con la que se enfrentan a la enfermedad, sobre todo cuando los pacientes podemos verlo tan gris… De ahí que no pueda despedirme sin reparar en lo crucial que resulta seguir destinando recursos a la investigación. Sin investigación no llegarán las terapias complementarias.

Y sin mis familiares y amigos yo no habría llegado hasta aquí, ellos han sido mi apoyo moral y anímico estos meses, especialmente mi madre, para quien nunca tendré palabras de agradecimiento y cariño suficientes. 

El cáncer no perdona. Investigación, terapias complementarias, ejercicio físico y nutrición. ¿Cuándo será esta combinación un asunto resuelto en el ámbito oncológico? 

Representantes del Parlament de Catalunya, mi región natal, 

Espero su respuesta.