Pregunta para Senado
Exigimos que se retire la propuesta de modificación del artículo 187 bis del CP que penaliza la "tercería locativa".
Actualmente en Europa podemos diferenciar tres modelos para referirnos al trabajo sexual: el regulacionismo, el prohibicionismo y el abolicionismo.
En el regulacionismo se reconoce el trabajo sexual como trabajo pero desde una visión problemática en la cual se cree que el Estado es el que debe tener el control sobre el trabajo sexual para, de alguna manera, garantizar el orden público y de este modo salvaguardar la seguridad ciudadana ya que se relaciona al trabajo sexual desde una falsa moralidad con problemas sociales, tales como las enfermedades de transmisión sexual.
Para regular todo esto, se nos trata de imponer nuestro trabajo por zonas pudiendo penalizar tanto a las trabajadoras como a los clientes. También, en los controles sanitarios, donde la información sobre nuestra salud, que es confidencial para el resto de la ciudadanía, sería objeto de discriminación en nuestro caso. Y por último hablamos del registro, el cual permitirá a las autoridades saber qué mujeres han ejercido la prostitución. Esto acarrea consecuencias, tanto en el ámbito privado, como en el laboral, cuando una trabajadora sexual pretende cambiar de actividad y encuentra que su vida laboral pasada es un impedimento a la hora de ser contratada en otros empleos.
El regulacionismo nos sigue estigmatizando, aislándonos en la sociedad y negándonos la condición de igualdad para con el resto de la ciudadanía.
En España hoy en día las ordenanzas municipales y la ley mordaza, castiga tanto la oferta de servicios sexuales como su contratación. Esto ya constituye un ordenamiento prohibicionista y abolicionista, respectivamente. De otro modo, los ayuntamientos conceden licencias a los clubs de alterne. Es decir, penalizan un tipo de prostitución, mientras permiten y fomentan otro, con lo cual están estableciendo espacios lícitos y espacios ilícitos para el ejercicio de la prostitución.
Consideramos que el trabajo sexual es un trabajo y, en consecuencia, las trabajadoras sexuales deberíamos contar con los mismos derechos y cumplir con las mismas obligaciones que el resto de trabajadores. El país paradigmático en este tipo de legislación es Nueva Zelanda, donde se lleva cabo un modelo proderechos en cuyo reglamento se permite que hasta cuatro personas se asocien para trabajar en un mismo espacio y no existen zonas rojas que determinen dónde se puede ejercer nuestro trabajo. Asimismo, se puede captar clientela en la calle, excepto en determinados espacios, como cerca de las escuelas. No hay controles sanitarios, acabando así con el estigma que nos considera población de riesgo y tampoco existen registros obligatorios.
La parte negativa que encontramos en este modelo es que no permite que las personas de procedencia extranjera realicen el trabajo sexual.
Volviendo a España, me gustaría nombrar brevemente un acontecimiento que tuvo lugar recientemente, más concretamente en Octubre de 2020 donde el Ministerio de Igualdad modificó una parte del borrador de la Ley de Libertades Sexuales incluyendo la penalización de la tercería locativa por la cual se penalizaría penalmente a quienes nos alquilen un piso con el fin de ejercer nuestro trabajo, aún contando con nuestro consentimiento y siendo conocedor de ello el dueño o dueña del inmueble.
Además de vulnerar por completo nuestros derechos, ya no como trabajadoras, los cuales no son reconocidos, van más a allá limitando nuestros derechos como personas, el derecho a alquilar una propiedad libremente e incluso violando los propios derechos de los propietarios/as a alquilar sus viviendas a quien quieran, a parte de criminalizar a las compañeras que comparten gastos y ex compañeras que ya no trabajan, pero que subsisten alquilando habitaciones donde ejercer nuestro trabajo.
Por ello y por todo lo anterior expuesto, siempre repetimos que nosotras no somos regulacionistas, sino proderechos.
Nuestro día a día.
Como cualquier trabajadora autónoma, particular, que tiene que captar la atención de su clientela para poder obtener un beneficio, el día a día de una trabajadora sexual debe ser lo más ordenado posible tratando de aprovechar el tiempo al máximo desde que te levantas hasta que decides dar por finalizada la jornada, sin olvidar que debemos de compaginar nuestro trabajo con nuestra vida personal, obligaciones diarias, familia y contratiempos que puedan surgir. Actualmente y en los tiempos en los que nos encontramos debemos trabajar mucho nuestras redes sociales profesionales manteniendo actualizado el contenido de las mismas, subiendo nuevas fotos, renovando nuestros anuncios y también invirtiendo parte de nuestro tiempo en hacer activismo en pro de nuestros derechos tanto de manera individual como colectiva junto a otras compañeras.
Detrás de una cita, lo que la gente no ve y no valora, es nuestro trabajo previo para que el cliente confíe en nosotras y también nosotras poder ofrecer nuestro mejor servicio a ese cliente, siempre y cuando creamos que merece la pena atenderlo, ya que a diferencia de lo que muchas personas creen, las trabajadoras sexuales no atendemos a todo el mundo que nos llama y a cualquier precio. Pasamos horas y horas actualizando y renovando nuestro contenido, como dije antes, y también contestando llamadas y mensajes de nuestros clientes o posibles clientes. Una vez que se fija un encuentro, organizamos nuestra agenda tratando de ser lo más eficaces posibles para que nuestro trabajo sea de calidad.
Obstáculos presentes en el día a día de una trabajadora sexual.
A las "pegas" anteriormente expuestas, tales como la estigmatización de nuestro trabajo, de ser prejuzgadas contínuamente y de prácticamente tener que escondernos ante la sociedad cuando son los miembros de esta misma la que demandan nuestros servicios, se ha unido, en este último año y medio el problema de la pandemia.
Durante el estado de alarma y el confinamiento, las trabajadoras sexuales nos hemos visto desamparadas, sin poder ejercer nuestro trabajo y sin que nadie nos haya ayudado ante este problema. Muchas compañeras se han quedado en la calle, sin poder trabajar para comer, ni para cubrir los gastos de unas necesidades mínimas que tiene cualquier persona.
Muchas de nosotras hemos tenido que reinventarnos e invertir nuestro dinero en nuevos materiales (cámaras en alta definición, focos, aros de luz) y empezar de cero en un ámbito en el que antes de la pandemia no solíamos trabajar como es el de los servicios online, ofreciendo un contenido erótico (fotos, vídeos, videollamadas) a los clientes que, como todo el mundo estaban confinados, pero con la diferencia sustancial de que ellos sí fueron amparados por un sistema que reconoce sus derechos laborales y que en todo momento permitió mantener sus necesidades vitales intactas, cosa que a nosotras se nos negó dado que nuestro trabajo no es reconocido como tal y por tanto, nos dejó abandonadas a nuestra suerte sin sustento, sin soluciones y dándonos la espalda cuando más ayuda necesitábamos.
No olvidemos que somos trabajadoras y también personas y no se nos reconoce como tal. Aún a día de hoy, somos nosotras mismas quienes tenemos que cuidar de nuestra salud extremando nuestras medidas de higiene en nuestros servicios, por ejemplo, mediante el uso de productos higienico - sanitarios (zapatillas, toallas, mascarilla, gel hidroalcohólico) lo cual ha conllevado una inversión, por otra parte muy necesaria si queremos mantenernos sanas, ya que si nosotras enfermamos por el motivo que sea, nadie nos ampara ya que estamos totalmente carentes de derechos laborales.
También me gustaría remarcar que el sistema sanitario no nos da facilidades a la hora de atendernos como a cualquier otra persona, ya que en el momento que dices que eres trabajadora sexual, los sanitarios muchas veces tienden a prejuzgar tu situación tratando de achacar la dolencia con la que puedas acudir al médico en ese momento con tu trabajo obviando, al parecer, que nosotras llevamos muchos más controles médicos y más estrictos que cualquier otra persona, controles que por otra parte, tenemos que costearnos de nuestro bolsillo si queremos llevarlos al día.
¡Exigimos que se retire la propuesta de modificación del artículo 187 bis del Código Penal que penaliza la "tercería locativa"!