Me llamo Teresa Gómez, tengo 42 años, y soy paciente del llamado Covid persistente. Me contagié a mediados de marzo pero a día de hoy sigo batallando contra el coronavirus, intento convivir con una larga lista de síntomas y complicaciones médicas derivadas del Covid-19. 

Soy profesora en un colegio de Carabanchel en Madrid, pero este maldito virus ha cambiado mis rutinas por completo. Poco antes del primer confinamiento decidí viajar a Salamanca para seguir teletrabajando y cuidar de mi madre, de 74 años. A pesar de seguir las restricciones sanitarias, empecé a encontrarme mal al poco tiempo de llegar a Salamanca. 

El primer síntoma en mi caso fue un dolor en un diente, después fueron molestias en la ingle que se convirtieron en un dolor agudo difícil de soportar. Soy una persona vitalista, muy activa y nada hipocondríaca, al principio no le di mucha importancia y no lo identifiqué con coronavirus. 

Los dolores aumentaban con los días y derivaron en un cansancio muy profundo que nunca he sufrido. Mi hermana es médico y tras recetarme varios medicamentos para paliar mis dolencias decidió hacerme un test. Positivo en coronavirus y aislamiento total para prevenir y evitar contagiar. De repente me encontré dependiendo de mi madre, yo iba a cuidarla y ella me tuvo que cuidar a mí. 

El primer mes fue horrible: muchísimos dolores y una falta de fuerza total. Al mismo tiempo sentí extrañeza por no tener los síntomas típicos de la Covid (fiebre, neumonía bilateral…). Los médicos probaron todo tipo de tratamientos pero nada surtía efecto, en abril acabé en el hospital con una apendicitis aguda. Tras una nueva PCR me dijeron que ya había pasado el coronavirus pero lo cierto es que mis problemas médicos no han cesado. 

Dolores de pelo, bultos en todo el cuerpo, infecciones de orina, faltas de memoria brutales, pérdida de visión… son algunos de los síntomas que padezco aún a día de hoy. La OMS ya ha reconocido que los síntomas del Covid pueden perdurar tras pasar la infección pero muchos médicos nos definen como pacientes atípicos y no existe un protocolo médico para tratar mi caso, que es el de muchos otros. Tengo la suerte de que en mi colegio me dan tiempo para recuperarme antes de volver a trabajar pero muchos otros se tienen que arrastrar hasta sus puestos para no perder el empleo aún sintiendo síntomas. 

Nos hemos unido en colectivos para reivindicar que existimos y apoyarnos mutuamente. La unión hace la fuerza. Queremos saber cuándo existirá un protocolo sanitario específico para atender casos de covid persistente para paliar nuestros síntomas y curar nuestras secuelas. Necesitamos vuestra colaboración para que nuestra enfermedad sea reconocida por las autoridades y no se confunda con episodios de ansiedad y otros cuadros clínicos. 

¡Ayúdanos a ser visibles apoyando nuestra petición!